Somos la vida, somos la paz,
somos el juicio a la junta militar.
A 36 años del golpe, la democracia argentina se debe a si misma una mirada al futuro
Discurso de Claudio Presman, diputado porteño UCRCapital, en la sesión especial del 24 de marzo.
36 años es mucho tiempo. Mucho tiempo para insistir en los errores, demasiado tiempo para querer adueñarse de la historia.
Hace 36 años empezaba el momento más triste de la historia argentina. La interrupción institucional, que había tratado de evitarse por medios parlamentarios, finalmente llegó a la vida de los argentinos. Más o menos acostumbrados a los golpes de Estado, sólo unos pocos, los más lúcidos, advirtieron que esa dictadura sería la más brutal y la más devastadora de la historia argentina.
La dictadura militar que comenzó el 24 de marzo de 1976 generó, todos lo sabemos, muertos, torturas, desapariciones y silencio. Su poder de censura llegó a todos los espacios sociales y diluyó las esperanzas de casi todos. Pero la más importante apuesta de destrucción de la dictadura, el mayor enemigo de los dictadores fue la política como actividad. La política, que aún llena de imperfecciones nunca dejó de ser el más vital de los canales de expresión y participación, se volvió un peligro y un problema. Los partidos fueron prohibidos, la palabra censurada y los sueños cortados.
No puede llamar la atención de nadie, entonces, que luego de la dictadura, la restitución de la palabra, la esperanza y el diálogo vencieran al miedo y al continuismo. Porque representaba eso y porque representaba fundamentalmente dejar atrás la violencia como categoría política, la Unión Cívica Radical y Raúl Alfonsín supieron interpretar a la ciudadanía, cansada de miedo, de odio y de falta de libertad.
Desde la recuperación democrática hasta nuestro días, casi se ha dicho todo en relación con la última dictadura militar. Todos hemos sentado nuestra posición y hemos repudiado los hechos duros de la historia. Pero lo más importante es lo que podemos decir sobre nuestro futuro, parados en el recuerdo de esta fecha. Y es allí, que como radicales debemos ser consistentes con el que es el mayor de nuestros legados a la democracia argentina. Los radicales tenemos un doble honor y también una doble responsabilidad. Fuimos nosotros quienes juzgamos a los dictadores, y, además, lo hicimos sin generar odios ni venganzas, sino regenerando la paz, la armonía y la convivencia de todos los argentinos.
Nosotros, para sentar en el banquillo de los acusados a una casta militar aún poderosa, no elegimos refrendar las divisiones ni elegimos adueñarnos del relato del pasado, del presente y del futuro. Los radicales tenemos el orgullo de haber juzgado a los genocidas sin buscar más rédito que el de la vuelta de la libertad.
Y es desde este lugar desde donde creo es importante rescatar la memoria de lo que sucedió en la dictadura. No hay mejor revancha colectiva contra el 24 de marzo de 1976 que crear una democracia sólida, respetuosa, inclusiva y comprometida con los derechos humanos del futuro. La deuda de la democracia es con ese futuro y no con el pasado. Tenemos que pensar qué país queremos para nuestros hijos y nuestros nietos. Tenemos que saber qué hacer con las más débiles, y cómo hacer para que a los más pobres no los cubra la indignidad y la desesperanza. Tenemos que ocuparnos de los derechos humanos de hoy, del estado de las cárceles, de la problemática de la vivienda y de democratizar en serio la educación.
Honrar el pasado es superarlo, la memoria está viva y reclama de nosotros una atención distinta y especial. La mejor manera de hacer memoria es construyendo la sociedad en el sentido inverso del que nos horroriza. No es hablando todo el tiempo sobre el pasado como se lo somete a un escrutinio serio y superador. La única manera de superar el pasado es mejorar el presente y el futuro. Los radicales tenemos un doble orgullo, fuimos protagonistas principales de la recuperación democrática y tuvimos la inteligencia y la sensibilidad para no adueñarnos de eso. Esa es la tradición que debemos honrar hoy para volver a contar con una mirada amable por parte de nuestros ciudadanos.
Claudio Presman
Presidente del Bloque de Diputados UCR
de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
lunes, 26 de marzo de 2012
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