BLOG POR LA IDENTIDAD
Tiene memoria, busca su identidad
25 de Marzo 2010 -
El portal de internet Diarioshow.com realizó una entrevista al compañero Gabriel Bonanno quien intenta recuperar su identidad y su historia. A continuación la entrevista hecha por Damián Barischpolski.
El golpe de Estado de 1976 dejó 30.000 desaparecidos, pero las víctimas por los daños colaterales son más aún. Gabriel Bonanno, como tantos otros, todavía no sabe quien es. Sólo conoce parte de su historia, la que le contaron sus apropiadores y la que está intentando armar. Ambas, las repasó para DiarioShow.com en esta nota.
“Esto es muy difícil de tramitar. Hace años que estoy haciendo terapia. Hay que pelearla como se pueda”, dijo Gabriel en tono informal antes de comenzar con la entrevista.
¿Cómo y cuando empezaste a tener dudas sobre tu identidad y porqué pensabas que esa familia no era la tuya?
“En primer lugar fue una cuestión de imagen. No teníamos ningún tipo de parecido, ni con el tipo que me apropió, mi viejo entre comillas, ni la mina. Eran dos personas muy grandes y demasiado ‘blanquitos’, y yo soy bien morocho. Yo calculo que la duda estuvo siempre latente y una vez en la costa, cuando tenía 11 o 12 años, unos vecinos que teníamos ahí a la vuelta de mi casa, me dijeron si yo no era adoptado. Ese mismo día fui, la encaré a esta señora, y le pregunté como algo muy natural su yo era adoptado o a quien me parecía de la familia, o si había algún problema, o algo raro”.
¿Cuál fue su reacción?
“La señora se puso a llorar. El tipo me gritaba que como podía ser que yo fuera tan desagradecido, que cómo iba a preguntar una cosa así después de todas las cosas que tuvieron que pasar. Incluso, me mostraron una marca de una cicatriz de una operación que tenía la mujer en la panza, diciendo que yo había nacido por cesárea. Una cosa muy rara, porque en otra de las historias me cuentan nacía en una casa particular con un médico, y las cesáreas no se hacen en casas particulares. Al ver que se armaba todo este despelote familiar me asusté, era muy chico, y no pregunté nunca más nada.”
¿Pero ahí no quedó todo, no?
“Con el correr de los años se fueron haciendo cada vez más claras las diferencias y yo creo que fue un click muy importante la marcha del 24 cuando se cumplieron 30 años, hace 3. Yo ya tenía 30 años, nací en el 76’”.
¿Ahí es cuando vos retomás la búsqueda?
“Fue un par de meses antes, porque escuché a uno de los nietos hablar por la tele y dio la casualidad que lo conocía de cuando éramos chicos. Es Juan Cabandié (NdeR: el nieto recuperado Nº 77), que me contactó con él a través de Abuelas de Plaza de Mayo y me acompañó a que abran el expediente en la CONADI (Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad). A partir de ahí empieza toda la investigación de mi identidad, sin tener respuestas todavía”.
¿Cuáles fueron los primeros pasos?
“Abren el expediente, hablás con los psicólogos de Abuelas que te atienden en la casa central de Virrey Cevallos y te hacen un montón de preguntas para ver si podés llegar a ser uno de los nietos. El marco de mi historia cerraba perfectamente porque el tipo que me apropia era Comisario de la Policía Federal, y yo nací en el 76’ y cerraba mi historia por un montón de lugares. Ahí le dieron el paso a la CONADI, donde después de 15 días me citaron para que diera mi muestra genética en el Hospital Durand, donde está el banco de muestras de todos los familiares que se presentaron”.
¿El apellido que vos usás ahora es tu apellido?
“No. El apellido y el nombre que llevo no son los que eligieron mis viejos. Realmente fue una apropiación, porque incluso fraguaron la partida de nacimiento, falsificaron el lugar donde nací. Actualmente funciona un geriátrico, busqué datos del médico que firmó el acta y resultó ser un dentista. Eso es un robo de identidad, y según la Convención del respeto a la identidad y a los niños de 1989 (ONU), en el árticulo 8, figura eso, que también el Estado se tiene que hacer responsable de la identidad de los chicos.”
Una vez que te hacen los análisis, cotejan con los del banco de muestras ¿Cuál fue el resultado?
“Pasaron unos meses. Me llamaron de la CONADI y me dicen que no había vínculo genético con ninguno de los que figuraban ahí, pero que me quede tranquilo porque es muy común que todavía se sigan acercando familiares. El expediente queda abierto hasta el 2050, que es el estimativo de la expectativa de vida que tenemos los chicos que nacimos en esa época. Sabemos, porque nos dicen de Abuelas y de la CONADI, que no están todos los familiares, porque en toda la base hay alrededor de 300 datos genéticos y estamos buscando 500 nietos. Faltan, por lo que estamos luchando de ver la forma de que todos los familiares que tengan noción que la persona estuvo secuestrada, detenida, y hoy está desaparecida, que se acerquen al banco para dar su muestra, porque muchas de las familias no sabían que su hija estaba embarazada”.
Tras el resultado negativo te dijeron que esperes ¿Cómo afrontás la espera?
“La espera es durísima, porque el que espera desespera. Es pura ansiedad, adrenalina, y también con el paso de los días uno va perdiendo esa luz de esperanza de encontrar un familiar, de encontrarte con tu identidad, pero la lucha está siempre en pie”.
¿Cuál es actualmente tu relación con tus padres no biológicos? ¿No tenés otros familiares?
“Tengo un vínculo bastante pausado. Los voy a ver una vez por mes para ver como están porque por más que me hayan mentido toda la vida, es gente muy grande y trato de darles una mano como pueda porque uno tiene que diferenciar por más que haya vivido en la mentira permanente, en lo humano trato de darles una mano con lo que puedo. Nunca tuve vínculo con el resto de la familia.”
¿Ellos nunca reconocieron que no eras legalmente hijo de ellos?
“Una vez que se me acomodaron las fichas la volví a encarar a la señora, porque el apropiador no está en sus cabales. Esa vez no le pregunté, sino que se lo aseveré, y no le quedó otra que confirmármelo. La encaré y le dije que ya sabía que no era hijo biológico suyo y que me dijeran la verdad sobre de donde venía, porque tampoco hay trámites de adopción legal. Ahí me dijo que una vez los llamaron por teléfono, incluso que habían esperado otro bebé antes pero que había muerto en el parto, y me fueron a buscar a Lanús. Esto según la historia que cuentan ellos, porque uno nunca puede confiar en gente que le mintió toda su vida.”
Desde que te enteraste que es un hecho que sos hijo de desaparecidos ¿Cómo cambió tu vida?
“Mi vida cambió por el respaldo de mi familia, mi señora, las nenas, sicólogos de Abuelas… También hay que decir que esto no es gratis, porque desde muy chico e incluso hoy en día hay ciertas cuestiones que no me dejan dormir. Tengo muchísimas pesadillas, me espanto con el ruido de las sirenas”.
¿Eso de las sirenas es de ahora o de antes de que te enteraras de esta parte de la verdad?
“Casualmente una de las cosas que me impulsó a hacer la búsqueda de mi identidad fue que mi señora, que es psicóloga, me explicó sobre los recuerdos némicos que uno tiene cuando está dentro de la panza de su mamá. Cuando éramos novios ella empezó a ver esas cosas que me ponen nervioso, como lo de las sirenas o las explosiones. Yo calculo que son marcas que fue dejando la última dictadura militar, porque los chicos de esa época, que ahora son adultos, padecen lo mismo. Son marcas que le quedan en el cuerpo o en la memoria que no los van a dejar tranquilos hasta que resuelvan eso y encuentren su identidad.”
¿Cómo recibís este 24 de marzo y cómo pensás que puede ser tu espera de acá en mas?
“Uno siempre espera tener buenos resultados. Espero este 24 como una fiesta, como un año más de búsqueda. Se que nada es imposible y que cuando uno deja de buscar se acaba todo. Hay que seguir tratando por todos los medios de difundir y demás, porque el mío no es el único caso. Hay un montón de hombres y mujeres que tienen sus dudas. Se tienen que acercar a Abuelas y a la CONADI. Es un peso muy grande. Yo tengo una hija y eso me afectó bastante, calculo que con la paternidad de todos los jóvenes que tienen dudas también se tratará de esclarecer todo esto”.
¿Colabora el Estado?
“Si. Con la política de Derechos Humanos que está teniendo se van a poder encontrar cada vez más nietos, se va a poder ampliar la base de datos”.
¿Cómo te imaginás el día que te llamen y te digan que pueden haber encontrado a tu familia?
“Generalmente uno trata de imaginárselo ese momento, pero hay que estar ahí parado. Creo que es un momento de felicidad extrema que no se puede precisar en palabras, es una explosión de sentimientos que hay que ver como nos llegan. Quizá algunos lo toman con mucha felicidad, otros con dolor, con mucha responsabilidad. Y creo que va a ser una explosión de alegría, de llanto, todo mezclado, y trataría en primer lugar de conocer a la familia que me quede. Ir conociéndolos para ir construyendo mi identidad de a poco, con lo que ellos me cuenten de mis viejos, pero sentiría que fue una victoria en toda esta lucha. Que no fue en vano todo esto. Y desde ya me cambiaría el nombre, el apellido, y a mi hija también”.
¿Qué mensaje le podés dar a la gente que está en tu situación o que cree estarlo?
“A los que están a la espera de novedades como yo, solo puedo decirles que tengan fe, que tratemos de unirnos por la causa de nuestra identidad, que nunca hay que perder la esperanza por más que uno lo vea muy lejano. Hay que seguir luchando, hay que tratar de orientar la lucha en que todos los familiares lleven su muestra por más que no sientan que sea el caso de sus hijos desaparecidos. Y los que tienen dudas, que no pierdan tiempo. Que vayan a Abuelas, que se asesoren. Esta vida pasa muy rápido y uno tiene que saber su verdad, uno nació con ese derecho. No hay que tener miedo. Muchas veces la gente que nos crió nos inculcó el miedo y la culpa, y esa fue una de las cosas por las cuales demoré tanto en ir a Abuelas. Vayan, con amigos, con un familiar cercano, con hermanos aunque sean de la familia de expropiadores, pero que no les quede eso rebotando en la cabeza porque no tener identidad es lo peor que te puede pasar. Es ser una persona que no sos. De hecho, uno firma papeles con uno nombre que no es el propio, tiene hijos y el pone un apellido que no es el propio. ¿Y por qué? Si a uno lo robaron o lo compraron”.
Y ya sin grabador, aunque pidió incluir esto en la nota, Gabriel dijo esperanzado: “Uno siempre tiene que seguir hasta encontrar la verdad por más dura que sea. Qué mas quiere uno que los padres de uno estén vivos y quizá que en ese momento no me pude quedar con ellos, pero sería mucho más doloroso que estén desaparecidos y no haber podido compartir ni un momento con ellos. No tengan miedo, sáquense la duda”.
http://www.enelumbral.com.ar/2010/03/25/tiene-memoria-busca-su-identidad/
El golpe de Estado de 1976 dejó 30.000 desaparecidos, pero las víctimas por los daños colaterales son más aún. Gabriel Bonanno, como tantos otros, todavía no sabe quien es. Sólo conoce parte de su historia, la que le contaron sus apropiadores y la que está intentando armar. Ambas, las repasó para DiarioShow.com en esta nota.
“Esto es muy difícil de tramitar. Hace años que estoy haciendo terapia. Hay que pelearla como se pueda”, dijo Gabriel en tono informal antes de comenzar con la entrevista.
¿Cómo y cuando empezaste a tener dudas sobre tu identidad y porqué pensabas que esa familia no era la tuya?
“En primer lugar fue una cuestión de imagen. No teníamos ningún tipo de parecido, ni con el tipo que me apropió, mi viejo entre comillas, ni la mina. Eran dos personas muy grandes y demasiado ‘blanquitos’, y yo soy bien morocho. Yo calculo que la duda estuvo siempre latente y una vez en la costa, cuando tenía 11 o 12 años, unos vecinos que teníamos ahí a la vuelta de mi casa, me dijeron si yo no era adoptado. Ese mismo día fui, la encaré a esta señora, y le pregunté como algo muy natural su yo era adoptado o a quien me parecía de la familia, o si había algún problema, o algo raro”.
¿Cuál fue su reacción?
“La señora se puso a llorar. El tipo me gritaba que como podía ser que yo fuera tan desagradecido, que cómo iba a preguntar una cosa así después de todas las cosas que tuvieron que pasar. Incluso, me mostraron una marca de una cicatriz de una operación que tenía la mujer en la panza, diciendo que yo había nacido por cesárea. Una cosa muy rara, porque en otra de las historias me cuentan nacía en una casa particular con un médico, y las cesáreas no se hacen en casas particulares. Al ver que se armaba todo este despelote familiar me asusté, era muy chico, y no pregunté nunca más nada.”
¿Pero ahí no quedó todo, no?
“Con el correr de los años se fueron haciendo cada vez más claras las diferencias y yo creo que fue un click muy importante la marcha del 24 cuando se cumplieron 30 años, hace 3. Yo ya tenía 30 años, nací en el 76’”.
¿Ahí es cuando vos retomás la búsqueda?
“Fue un par de meses antes, porque escuché a uno de los nietos hablar por la tele y dio la casualidad que lo conocía de cuando éramos chicos. Es Juan Cabandié (NdeR: el nieto recuperado Nº 77), que me contactó con él a través de Abuelas de Plaza de Mayo y me acompañó a que abran el expediente en la CONADI (Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad). A partir de ahí empieza toda la investigación de mi identidad, sin tener respuestas todavía”.
¿Cuáles fueron los primeros pasos?
“Abren el expediente, hablás con los psicólogos de Abuelas que te atienden en la casa central de Virrey Cevallos y te hacen un montón de preguntas para ver si podés llegar a ser uno de los nietos. El marco de mi historia cerraba perfectamente porque el tipo que me apropia era Comisario de la Policía Federal, y yo nací en el 76’ y cerraba mi historia por un montón de lugares. Ahí le dieron el paso a la CONADI, donde después de 15 días me citaron para que diera mi muestra genética en el Hospital Durand, donde está el banco de muestras de todos los familiares que se presentaron”.
¿El apellido que vos usás ahora es tu apellido?
“No. El apellido y el nombre que llevo no son los que eligieron mis viejos. Realmente fue una apropiación, porque incluso fraguaron la partida de nacimiento, falsificaron el lugar donde nací. Actualmente funciona un geriátrico, busqué datos del médico que firmó el acta y resultó ser un dentista. Eso es un robo de identidad, y según la Convención del respeto a la identidad y a los niños de 1989 (ONU), en el árticulo 8, figura eso, que también el Estado se tiene que hacer responsable de la identidad de los chicos.”
Una vez que te hacen los análisis, cotejan con los del banco de muestras ¿Cuál fue el resultado?
“Pasaron unos meses. Me llamaron de la CONADI y me dicen que no había vínculo genético con ninguno de los que figuraban ahí, pero que me quede tranquilo porque es muy común que todavía se sigan acercando familiares. El expediente queda abierto hasta el 2050, que es el estimativo de la expectativa de vida que tenemos los chicos que nacimos en esa época. Sabemos, porque nos dicen de Abuelas y de la CONADI, que no están todos los familiares, porque en toda la base hay alrededor de 300 datos genéticos y estamos buscando 500 nietos. Faltan, por lo que estamos luchando de ver la forma de que todos los familiares que tengan noción que la persona estuvo secuestrada, detenida, y hoy está desaparecida, que se acerquen al banco para dar su muestra, porque muchas de las familias no sabían que su hija estaba embarazada”.
Tras el resultado negativo te dijeron que esperes ¿Cómo afrontás la espera?
“La espera es durísima, porque el que espera desespera. Es pura ansiedad, adrenalina, y también con el paso de los días uno va perdiendo esa luz de esperanza de encontrar un familiar, de encontrarte con tu identidad, pero la lucha está siempre en pie”.
¿Cuál es actualmente tu relación con tus padres no biológicos? ¿No tenés otros familiares?
“Tengo un vínculo bastante pausado. Los voy a ver una vez por mes para ver como están porque por más que me hayan mentido toda la vida, es gente muy grande y trato de darles una mano como pueda porque uno tiene que diferenciar por más que haya vivido en la mentira permanente, en lo humano trato de darles una mano con lo que puedo. Nunca tuve vínculo con el resto de la familia.”
¿Ellos nunca reconocieron que no eras legalmente hijo de ellos?
“Una vez que se me acomodaron las fichas la volví a encarar a la señora, porque el apropiador no está en sus cabales. Esa vez no le pregunté, sino que se lo aseveré, y no le quedó otra que confirmármelo. La encaré y le dije que ya sabía que no era hijo biológico suyo y que me dijeran la verdad sobre de donde venía, porque tampoco hay trámites de adopción legal. Ahí me dijo que una vez los llamaron por teléfono, incluso que habían esperado otro bebé antes pero que había muerto en el parto, y me fueron a buscar a Lanús. Esto según la historia que cuentan ellos, porque uno nunca puede confiar en gente que le mintió toda su vida.”
Desde que te enteraste que es un hecho que sos hijo de desaparecidos ¿Cómo cambió tu vida?
“Mi vida cambió por el respaldo de mi familia, mi señora, las nenas, sicólogos de Abuelas… También hay que decir que esto no es gratis, porque desde muy chico e incluso hoy en día hay ciertas cuestiones que no me dejan dormir. Tengo muchísimas pesadillas, me espanto con el ruido de las sirenas”.
¿Eso de las sirenas es de ahora o de antes de que te enteraras de esta parte de la verdad?
“Casualmente una de las cosas que me impulsó a hacer la búsqueda de mi identidad fue que mi señora, que es psicóloga, me explicó sobre los recuerdos némicos que uno tiene cuando está dentro de la panza de su mamá. Cuando éramos novios ella empezó a ver esas cosas que me ponen nervioso, como lo de las sirenas o las explosiones. Yo calculo que son marcas que fue dejando la última dictadura militar, porque los chicos de esa época, que ahora son adultos, padecen lo mismo. Son marcas que le quedan en el cuerpo o en la memoria que no los van a dejar tranquilos hasta que resuelvan eso y encuentren su identidad.”
¿Cómo recibís este 24 de marzo y cómo pensás que puede ser tu espera de acá en mas?
“Uno siempre espera tener buenos resultados. Espero este 24 como una fiesta, como un año más de búsqueda. Se que nada es imposible y que cuando uno deja de buscar se acaba todo. Hay que seguir tratando por todos los medios de difundir y demás, porque el mío no es el único caso. Hay un montón de hombres y mujeres que tienen sus dudas. Se tienen que acercar a Abuelas y a la CONADI. Es un peso muy grande. Yo tengo una hija y eso me afectó bastante, calculo que con la paternidad de todos los jóvenes que tienen dudas también se tratará de esclarecer todo esto”.
¿Colabora el Estado?
“Si. Con la política de Derechos Humanos que está teniendo se van a poder encontrar cada vez más nietos, se va a poder ampliar la base de datos”.
¿Cómo te imaginás el día que te llamen y te digan que pueden haber encontrado a tu familia?
“Generalmente uno trata de imaginárselo ese momento, pero hay que estar ahí parado. Creo que es un momento de felicidad extrema que no se puede precisar en palabras, es una explosión de sentimientos que hay que ver como nos llegan. Quizá algunos lo toman con mucha felicidad, otros con dolor, con mucha responsabilidad. Y creo que va a ser una explosión de alegría, de llanto, todo mezclado, y trataría en primer lugar de conocer a la familia que me quede. Ir conociéndolos para ir construyendo mi identidad de a poco, con lo que ellos me cuenten de mis viejos, pero sentiría que fue una victoria en toda esta lucha. Que no fue en vano todo esto. Y desde ya me cambiaría el nombre, el apellido, y a mi hija también”.
¿Qué mensaje le podés dar a la gente que está en tu situación o que cree estarlo?
“A los que están a la espera de novedades como yo, solo puedo decirles que tengan fe, que tratemos de unirnos por la causa de nuestra identidad, que nunca hay que perder la esperanza por más que uno lo vea muy lejano. Hay que seguir luchando, hay que tratar de orientar la lucha en que todos los familiares lleven su muestra por más que no sientan que sea el caso de sus hijos desaparecidos. Y los que tienen dudas, que no pierdan tiempo. Que vayan a Abuelas, que se asesoren. Esta vida pasa muy rápido y uno tiene que saber su verdad, uno nació con ese derecho. No hay que tener miedo. Muchas veces la gente que nos crió nos inculcó el miedo y la culpa, y esa fue una de las cosas por las cuales demoré tanto en ir a Abuelas. Vayan, con amigos, con un familiar cercano, con hermanos aunque sean de la familia de expropiadores, pero que no les quede eso rebotando en la cabeza porque no tener identidad es lo peor que te puede pasar. Es ser una persona que no sos. De hecho, uno firma papeles con uno nombre que no es el propio, tiene hijos y el pone un apellido que no es el propio. ¿Y por qué? Si a uno lo robaron o lo compraron”.
Y ya sin grabador, aunque pidió incluir esto en la nota, Gabriel dijo esperanzado: “Uno siempre tiene que seguir hasta encontrar la verdad por más dura que sea. Qué mas quiere uno que los padres de uno estén vivos y quizá que en ese momento no me pude quedar con ellos, pero sería mucho más doloroso que estén desaparecidos y no haber podido compartir ni un momento con ellos. No tengan miedo, sáquense la duda”.
http://www.enelumbral.com.ar/2010/03/25/tiene-memoria-busca-su-identidad/
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