
BLOG POR LAS DEMOCRACIAS LATINOAMERICANAS
CONTRA LAS CONSPIRACIONES GOLPISTAS DE LAS CORPORACIONES
CONTRA LAS CONSPIRACIONES GOLPISTAS DE LAS CORPORACIONES
RAUL ALFONSÍN
ATENTADO A LA DEMOCRACIA
Videos de Diego Castro Thomis
ALFONSIN VS. MERCADO
http://www.youtube.com/watch?v=IiEot2xTFIA
SALVADOR ALLENDE
http://www.youtube.com/watch?v=0xoQZNd3G_4
DOCUMENTAL EMITIDO POR INFINITO, SOBRE COMO LA CIA, NIXON, KISSINGER Y LA DERECHA CHILENA JUNTO A EMPRESAS ESTADOUNIDENSES SE CONFABULARON CONTRA SALVADOR ALLENDE DESDE LAS ELECCIONES DE 1970 HASTA LLEGAR AL GOLPE DE ESTADO EN 1973, DOCUMENTOS DESCLASIFICADOS DE LA CIA SALEN A LUZ Y NOS MUESTRA COMO PARA ALGUNOS LA DEMOCRACIA SOLO ES VALEDERA EN UN REGIMEN DE DERECHA.
ARTURO ILLIA
El 28 de junio de 1966, los grupos corporativos y la indiferencia de la sociedad terminaron con el gobierno de un hombre, pocas veces nombrado por quienes se creen dueños de la verdad.
El gobierno de Arturo Humberto Illia duró apenas tres años, mutilado por un Golpe de Estado que olía a petróleo, a trenza sindical y a prensa amarilla. No se conocieron escándalos políticos en su gobierno porque no los hubo.
Fue el único presidente que, en sus tres años de gobierno, devolvió los fondos de gastos reservados sin tocar un sólo peso.
Fue el presidente que, a pesar de la inestabilidad política, la violencia y la censura reinante en esos años, garantizó los derechos civiles y la plena libertad de prensa.
El que garantizó el ejercicio de la enseñanza pública y uno de los presupuestos más altos en Educación en la historia del país.
El crecimiento económico, acompañado por una balanza comercial favorable; la Ley de Medicamentos que frenaba el monopolio en la fijación de precios; y la anulación de los contratos petroleros que devolvía la iniciativa productiva a la estatal YPF, fueron los detonantes para la irritación política de los grupos opositores, que planificaron una lenta pero permanente conspiración y que terminó en uno de los golpes más bochornosos e incomprensibles de la historia.
Hace 46 años, Don Arturo Illia fue despojado de su investidura presidencial. En los días que siguieron vendrían: la llamada "Revolución Argentina", la más cruel represión a la Universidad Pública en la llamada "Noche de los bastones largos", la jura del presidente de facto, el General Juan Carlos Onganía, acompañado por los gerentes de las multinacionales y por la dirigencia sindical (vestidos de saco y corbata para la ocasión), la anulación de la Ley de Medicamentos y, el restablecimiento de los contratos petroleros.
A 46 años de aquel hecho trágico, el Radicalismo perdió a uno de sus hombres más honestos y queridos. La Argentina perdió la oportunidad de ser otro país.
http://www.novanacional.com/nota.asp?n=2010_6_30&id=18160&id_tiponota=4
DR. ILLIA CUENTA SOBRE "VISITAS" SOBRE ANULACIÓN DE CONTRATOS PETROLEROS
“Nosotros tuvimos el primer conflicto serio cuando anulamos los convenios petroleros en noviembre de 1963. Voy a referir el episodio porque vale la pena que sea conocido.
Fue un sábado a la mañana cuando dimos a conocer el decreto, dado con circunspección, con toda reflexión, sin atacar a nadie, basándonos en razones fundamenta-les con relación a los convenios petroleros. Yo llegaba a la Casa de Gobierno los lunes a las 8 de la mañana y me retiraba los sábados a las 2 de la tarde; comía y dormía allí: Así lo hice durante todo el período, nunca tomé un día de vacaciones. Estuve permanentemente al pie del cañón, me parecía que tenía necesidad de cumplir mis funciones de esa manera”.
“A la tarde de ese día sábado, el embajador norteamericano, el Sr. Mc.Clintock, pide una urgente audiencia estando yo en la Quinta de Olivos. Por supuesto le hice contestar que llegara, que no tenía inconveniente en recibirlo. Llegó el embajador y cuando entró este señor a un pequeño escritorio, le recibí de pie.
El Sr. Mc.Clintock, sin decirme siquiera buenas tardes ni darme la mano, me dijo así, en una forma bastante agria y con gesto adusto: ‘Sr., vengo a comunicarle que Estados Unidos suspende toda ayuda económica a Argentina, por el decreto que usted ha dado a publicidad esta mañana’”.“Entonces, naturalmente de pie, le contesté: ‘Creo que es un error del gobierno de Estados Unidos tomar esta determinación. Pero como esto que Ud. me está diciendo verbalmente tendrá que ratificarlo por nota, desde ya le anuncio cuál va a ser la contestación contenida en la nota del gobierno argentino. Simplemente va a ratificar esto: La actitud del gobierno argentino es irreversible’. ¡No tenemos más nada que conversar, hemos terminado la entrevista!’.
Y se retiró el embajador norteamericano.Mire Ud. la diferencia, cómo entonces se defendía realmente el prestigio de la República Argentina. Sin temores, aunque fuera el embajador norteamericano. Yo no dije a nadie lo ocurrido ese sábado por la tarde. A ningún ministro, ni a mi mujer, de la conversación que habíamos tenido. Estaba esperando el día lunes que llegara la nota para contestarla. Pero el domingo, por la mañana me dice el Dr. Zabala Ortiz: ‘Hablan de Estados Unidos, de la Embajada Argentina, si Ud. mañana lunes puede recibir al Sr. Harriman. Le contesto que no tengo ningún inconveniente, que lo recibiría. El Sr. Harriman era un personaje de trascendente importancia en Estados Unidos, era el que había establecido las vinculaciones con Churchill, Roosevelt y Stalin; es decir, un hombre de primera magnitud que había estado incorporado a este tipo de negociaciones del más alto nivel.
El día lunes vino Harriman. No llegó como el embajador norteamericano pisando fuerte, llegó como un hombre educado, un gran personaje. Me saludó. Creo que lo recibí con el Ministro de Economía, Dr. Blanco, y con el Dr. Zabala Ortiz. Y me dijo: ‘Sr., vengo a Argentina como enviado personal del presidente Kennedy, para manifestarle que cree que un contrato firmado por dos partes, las compañías petroleras y el gobierno argentino, no puede ser anulado por una de las partes unilateralmente, y que si el gobierno argentino cree que esos contratos petroleros tienen defectos, deben pasar a la justicia y que ella manifieste si hay alguna causa o razón de anulación’. El planteo era completamente lógico y le contesté: ‘Sr., de acuerdo al Derecho Público lo que Ud. me dice es inobjetable, pero nosotros, como dice el propio decreto de recesión de los contratos petroleros, los hemos anulado por una causa política: porque interfieren la soberanía económica de Argentina. De manera que la resolución del gobierno argentino supera cualquier sub-resolución, cualquier explicación de carácter jurídico’. Y volvió a reiterar sus puntos de vista y yo a reiterar los míos. No salíamos de nuestras posiciones. Él quería ir a la Justicia y el gobierno argentino sostenía que ya estaba resuelto. Se había dado el decreto, y de acuerdo con las razones que le incorporábamos, defendíamos la soberanía e indemnizábamos la justa inversión de las compañías norteamericanas; teníamos el derecho de hacerlo, el decreto no tenía ninguna vinculación con la justicia.
Como el problema estaba siempre en el mismo sitio, después de 10 minutos dije a Harriman: ‘Sr., Ud. conoció muy bien a Stalin, a Churchill, a Roosevelt. ¿Por qué en vez de hablar de algo donde no tenemos ninguna solución y donde, si quiere, al final voy a ratificar estas expresiones en una carta que voy a escribir al presidente Kennedy si tiene la bondad de llevársela, por qué no me habla de esas cosas? ¿Para qué vamos a estar hablando de problemas de esta naturaleza, que en realidad es imposible que nos podamos entender porque la actitud del gobierno argentino es inmodificable?’.
Al hombre, hecho a todas estas negociaciones de carácter internacional, le sorprendió que un presidente argentino, cuando estaba hablando de un asunto tan serio e importante, más para ellos que para nosotros, porque hacían gran presión sobre el gobierno de Estados Unidos las compañías petroleras, le dijera estas cosas. Y miró, dudó unos segundos, y al final habló una hora y media de sus conversaciones con Italia, de lo que era la Unión Soviética, lo que habían hecho en Yalta, cómo había sido la conferencia, cómo era Churchill. Habló de temas absolutamente ajenos al propósito que lo había traído a Argentina. Y cuando terminó, tomé un papel y escribí una carta al presidente Kennedy donde le decía lo mismo: la resolución tomada por el gobierno argentino no ofende al pueblo norteamericano; lo hace en nombre de la soberanía económica con la cual interfieren los contratos petroleros; creo que si se paga la justa inversión, este asunto está terminado. Y la firmé y él llevó la carta.
El lunes ya había llegado Harriman a Estados Unidos. El martes a la mañana, antes de salir para un viaje a Dallas, el presidente Kennedy reúne a los periodistas. Seguramente instruidos por el propio presidente Kennedy, le interrogan: ‘¿Qué determinación va a tomar el gobierno de Estados Unidos frente al decreto dado por el gobierno argentino anulando los convenios petroleros?’. Y Kennedy les contesta: ‘Es un acto de soberanía económica ejercido por el gobierno argentino, y si reembolsa la justa inversión, este asunto está terminado’. Es decir, un problema de esta magnitud, lo dio por terminado el presidente Kennedy en una conferencia de prensa al día siguiente de haber conversado con Harriman. Por supuesto que ni me acordé de decirle al Sr. Harriman de la presentación del embajador norteamericano. No sé si fue un chantaje, si vino a decir alguna cosa que realmente le habían comunicado desde el Departamento de Estado.
El día miércoles el presidente Kennedy fue a Dallas. Allí lo mataron, lo asesinaron el 22 de noviembre, lo que fue muy lamentable.
El golpe contra Illia, el papel de “la” Embajada
La incógnita principal fue el rol que Estados Unidos jugó en el golpe. Dos años antes, en 1964, el gobierno de Washington había tenido una influencia decisiva en la caída del presidente brasileño Joao Goulart, a quien consideraban un “extremista”.
(…) “Por supuesto, los servicios de inteligencia norteamericanos estaban bien informados sobre los planteos golpistas y sus principales protagonistas. Así lo testimonia un cable de la CIA al presidente norteamericano Lyndon Johnson, que se encuentra en los archivos de su presidencia, localizados en Austin, Texas. Allí se daba cuenta de la decisión de los altos mandos militares argentinos de promover el golpe para el mes de julio, aunque la acción podía adelantarse si la “crisis económica” se acentuaba. El informe reseñaba la “responsabilidad” y “seriedad” de los objetivos del futuro gobierno militar y enumeraba entre los involucrados a los generales Juan Carlos Onganía, Julio Alsogaray, Alejandro Lanusse y Osiris Villegas (CIA, 2/6/66, Country Files, Argentine Memos, Vol. II, Box 6).
Años más tarde, el periodista Miguel Bonasso, publicó una conversación que mantuvo con el ex presidente Arturo Illia en 1971, donde le confesaba las razones del por qué le derrocaron: "unos meses antes del golpe vino a verme el banquero David Rockefeller. En un momento dado me sugirió que debíamos cambiar tales y cuales puntos de la Ley de Bancos para que ellos pudieran radicarse entre nosotros”, acotaba Illia en sus palabras en la grabación.
“Molesto le dije al intérprete: ‘pregúntele al señor Rockefeller ¿Qué pasaría si el banquero argentino le exigiera al presidente de Estados Unidos que cambie la Ley de Reserva Federal para invertir en ese país?’”.
“Cuando escuchó la traducción Rockefeller se ruborizó. Pero yo no le di tiempo para que balbuceara excusas, porque me di vuelta hacia el intérprete y le dije: Dígale que esta audiencia ha concluido”, contó Arturo Illia.
Y prosiguió: “tres meses más tarde fui derrocado por la City, por esas cuarenta manzanas que rodean a la Casa de Gobierno. Rockefeller radicó el Chase Manhattan y Onganía, obviamente, reformó la Ley de Bancos, siguiendo punto por punto, las sugerencias que me había hecho el señor Rockefeller”.
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