miércoles, 28 de abril de 2010


RICARDO ALFONSIN 2011
El dirigente radical habla de todo: su papá, los parecidos con él, su imagen, la expectativa social, la UCR, el Gobierno, el vice, Carrió, los errores opositores y la elección de 2011
—¿Cómo cambió su vida en el último año?
Tengo que asumir responsabilidades que no había asumido, como la de ser diputado nacional y vicepresidente de la Cámara. Las encuestas son positivas respecto de mi imagen y soy consciente de que tienen que ver, más que nada, con la figura de Alfonsín. Eso me hace sentir todavía mayor responsabilidad.
—¿Habría imaginado que un día sería el político argentino con mayor imagen positiva?
Jamás.
—¿A qué otras causas atribuye su popularidad?
La gente me atribuye condiciones que le atribuían a Alfonsín y que hoy son necesarias para actuar en política. Tiene la tendencia a atribuirles a los hijos las cosas que reconocían en el padre. Y creo que realmente eso soy. Me preocupo por conocer los problemas. Asumo todas las responsabilidades que tengo que asumir. No soy un hombre deshonesto intelectualmente a la hora de analizar la realidad. Trato de ser consecuente, de poner por encima de las consideraciones personales, o del partido, las que tienen que ver con la necesidad de resolver los problemas de los argentinos. No me relaciono con el adversario de manera agresiva o descalificatoria. Además de que me lo atribuyen, efectivamente lo soy. Me ven también como un hombre que pertenece al campo progresista. Y dentro del radicalismo, quieren que sea mayoritaria la corriente progresista que representó Raúl Alfonsín.
—¿La adhesión que usted genera se puede trasladar a los votos o es una empatía personal?
Es condición necesaria, pero no suficiente. Hay que demostrar condiciones para gobernar, buscar consensos, advertir cuáles son las prioridades, armar los equipos. Si se logra ese tipo de condiciones, sí creo que podría traducirse en votos.
—¿Estaba muy nervioso en el acto de homenaje a su padre? Dijo: “Profundizar la democracia y lograr mayores niveles de injusticia”, en lugar de justicia.
Sí. Soy muy tímido. Es difícil creer que un tímido pueda subir a un escenario y ante miles de personas hacer un discurso. Sin embargo, a la hora de tener que enfrentar lo que se enfrenta, perder esa timidez.
—¿No teme que al exponerse más ante la opinión pública su imagen positiva pueda decaer? Exponerse implica que las personas lo vean cada vez más a usted y dejen de ver la imagen de su padre.
No me lo he planteado en esos términos.
—Cuando tuvo que dar discursos o enfrentar a una cantidad de público muy grande, hace dos o tres años, ¿sentía el mismo peso que hoy?
Siguen pasando las mismas cosas, aunque en proporciones diferentes. Siempre van a estar las comparaciones: “A ver si éste heredó algo del viejo”. No era mi preocupación parecerme a él, sino no defraudar alguna expectativa que se podía haber generado en la sociedad. Después se me fue perdiendo ese miedo y empecé a preocuparme porque algunos empezaban a decir: “Sí, éste es un hombre que tiene sus propias condiciones. No solamente es el hijo”. Permanentemente, me encuentro rindiendo esos exámenes.
—En las crónicas del acto se dijo que por momentos parecía “que el espíritu de su padre se apoderaba de usted”. También su apariencia física y hasta su expresión corporal son similares a las de su padre. ¿Por qué hay tanta similitud?
Es genética. Si hay alguna actitud que procure imitarlo, no es consciente. Si la advirtiera, la cambiaría enseguida. Yo no soy Raúl Alfonsín y no siento que deba ser Raúl Alfonsín.
—¿No nota que su voz, kinestesia y oralidad se hicieron más parecidas a las de su padre tras su muerte?
No, siempre me lo han dicho.
—¿No cree que más allá de las lógicas genéticas y filogenéticas, usted imita a su padre con un fin político?
En absoluto.
—Que sea inconsciente.
No lo sé.
—¿Es consciente del efecto hipnótico que genera su voz, igual que la de su padre?
El efecto tiene que ver con que no solamente en lo formal puedo parecerme a mi padre, sino en los contenidos. Y no es extraño que me parezca porque soy su hijo.
—Es lógico que haya similitudes, pero acá lo que sorprende es que son muy grandes.
En cuanto a la voz, si habla con mis hermanos por teléfono, va a creer que habla conmigo.
—Estoy tratando de entender cómo una persona novata en la política de repente se convierte en el político de mayor valoración positiva en la Argentina. Evidentemente, es un fenómeno sociológico que lo tiene que trascender. Es interesante, como análisis político, qué pasó acá, independientemente de las virtudes de cada uno.
Además de interesante, me resulta realmente un desafío.
—Cada vez más la política se integra a la lógica del espectáculo, que no le pide a quien comunica que lo que está comunicando sea absolutamente verdadero, sino que sea interesante. Y vemos que se está trasladando en muchos casos a la política. Siguiendo esta hipótesis, ¿no observa que existe algo así como una puesta teatral donde la sociedad tiene nostalgia de su padre y usted cumple en el inconsciente colectivo el papel del imitador, salvando las enormes distancias, como el doble de De Narváez en el programa de Tinelli, pero en su caso genuino, por ser el hijo?
Habrá que ver si la sociedad, al darme ese crédito, acierta o no. Tendré que demostrármelo y demostrarlo.
—Es lógico que la nostalgia por su padre irradie sobre el partido, sobre usted, efectos positivos. Pero en la proporción en la que se da tiene que tener una explicación de otra índole.
Sí. Eso debe ser lo que tiene de espectacularidad casi mágica. Quiero decir, si algo yo no tengo, es espectacularidad. Incluso tengo la sensación cuando voy a algunos reportajes de que las cosas de las cuales empiezo a hablar y reflexionar no son demasiado televisivas. Lo que hay de espectacularidad es ese parecido. ¿Y qué puedo hacer? Realmente hay nostalgia de Alfonsín, de esas ideas, de esa actitud, de esa disposición. China Zorrilla dijo: “No me siento igualmente segura en la Argentina sin Alfonsín”. Expresaba lo que muchos sienten. En principio, hay una disposición de la gente a trasladarle al hijo las cosas que considera valiosas en su padre. Y además me parezco. Y además de parecerme dicen que tengo la voz parecida a la de él. Y además digo cosas parecidas a las de él. Es decir, ratifico esa disposición natural de la gente.
De Narváez, en un año, pasó de ser una persona políticamente desconocida a ganarle la elección a Kirchner. Esto habla de una sociedad mediática que se comporta de una manera distinta a como era hace 50 años la política. Pero también tiene que ver con usted, que parece tener una particular fijación con su padre, independientemente…
—De mi voluntad.
—Le pongo otro ejemplo: la entrevista que le hice el año pasado, tras la muerte de su padre, también fue en vísperas de Semana Santa, y cuando nos despedimos usted me saludó con lo obvio para esta fecha: “Felices Pascuas”. Y como acto reflejo no pudo reprimir agregar: “la casa está en orden”. ¿Cree que Freud dejaría pasar ese lapsus sin cargarlo de significados?
Cualquier hijo idealiza a su padre. Probablemente sea la persona que, junto con mis hijos, más quiero.
—¿Se analizó alguna vez sobre este tema?
Cuando era joven. Después no fui más.
—En la Recoleta especialmente le salió la voz de su padre. ¿Hay algo que se apodera de usted, que es él?
Ojalá, pero no creo que Dios se meta en esto.
—A lo mejor somos nosotros, la audiencia, que nos sugestionamos en ese acto.
Lloraba la gente cuando hablaba yo, y sé que no lloraba por mí. Si me pongo a pensar esas cosas, no puedo seguir haciendo política. Lo tengo que asumir. Me parecería muy interesante este análisis si se tratara de otro. Lo que digo es: “Ay, dios mío, espero no defraudar. Yo no soy Raúl Alfonsín. Y si se llega a profundizar esta imagen, esta consideración ciudadana ¿estaré a la altura de las circunstancias?”. Eso sí me lo pregunto.
—Para la UCR es un capital político importantísimo contar con el dirigente con mayor valoración positiva.
Sí, pero soy consciente de que tuve una ayuda post mortem del viejo, muy importante. Ahora, si no pasaba en agosto, septiembre, octubre del año pasado, me estoy preguntando por qué empezó a pasar después.
—¿Y por qué?
Porque cuando la gente me empezó a conocer, empezó a ver que realmente esa necesidad que tenía de que alguien fuera una continuidad, y en particular su hijo, se ratificaba, por lo menos, en cuanto a valores.
—Su padre era de carácter fuerte y él mismo se definía como cabrón, ¿su naturaleza no estaba más cercana a la de Carrió que a la más conciliatoria de Cobos?
No sé qué idea tiene de Julio Cobos. Yo también tengo mucho carácter. Papá no era violento, pero se fastidiaba. Y hay cosas que le fastidiaban a él que son las que me fastidian a mí. La falta de honestidad intelectual. La corrupción es despreciable. Pero me produce fastidio la falta de seriedad.
—¿Cobos también tiene mucho carácter?
—Hay una imagen equivocada, porque para tomar las decisiones que tomó hay que tener carácter. Las que tomó, incluso, cuando dejó el partido siendo gobernador radical. Y bancarse la situación difícil que tiene en el Senado.
—¿Cómo se habría ubicado su padre en este Congreso nuevo? ¿Cerca de posiciones más confrontativas, como la de Carrió? ¿O más conciliatorias, como las suyas?
La segunda, absolutamente seguro.
—¿El desempeño de Julio Cobos como vicepresidente es positivo?
Sí. Deberíamos preguntarnos por qué se produce esta situación, quién es el responsable y cómo se resuelve. Después del 28 de junio, el rol que, simbólicamente, quería Cobos (ser el único freno, la única garantía, frente a las tendencias autoritarias o hegemónicas del Gobierno) iba a empezar a perder fuerza, porque sería la oposición la que lo cumpliría, y eso iba a afectar su relación porque estaba muy vinculada a ser el único símbolo del límite. Había que manejarse con mucha responsabilidad para no dañar la relación que Cobos tenía con la sociedad, y al encontrarse en la situación en la que se encuentra, iba a tener muchas limitaciones para consolidarla. El no puede presentar proyectos, no puede participar en los debates, no puede estar haciendo las conciliaciones en los bloques. No puede recorrer el país como candidato de otro partido para hacer conocer sus propuestas. Lo tendrá que hacer recién cuando deje de ser vicepresidente. Por eso, veía que había que trabajar mucho para consolidar el partido. Y la mejor manera de trabajar para consolidar este proceso era tratar de que la mayor cantidad de sus miembros tuviera una buena relación con la sociedad. Había que tratar de recorrer, caminar, hablar, explicar muchísimo todo lo que podían hacer. Algunos creyeron que esta tarea tenía que ver con la necesidad de posicionarnos para ir a disputar una candidatura presidencial. Y tiene que ver con la necesidad de recuperar al partido. Primero, la política, porque me preocupa la distancia que la sociedad pone entre ella y la política, y sin acompañamiento social, la política se debilita cada vez más. Después, el partido, porque es la herramienta desde la cual puedo trabajar para la política.
Terragno y Sanz sostuvieron que Cobos no debe renunciar. Su visión, interpreto, es la misma. ¿No debe renunciar hasta que sea candidato?
Sí, y cuando ya estemos disputando las campañas. Si le hacen la vida imposible y su permanencia resulta un obstáculo que en lugar de resolver los problemas los complica más, habrá que ver. Hoy creo que sería peor el remedio que la enfermedad.
—Independientemente de que fuera peor el remedio que la enfermedad, ¿puede ser peligroso para Cobos que se mantenga esta dualidad entre la oposición y el Gobierno?
El debe estar convencido de que, en términos electorales, sería mejor renunciar. Pero prioriza tratar de preservar las instituciones. Otorga tranquilidad a la sociedad ante ciertas actitudes del Gobierno.
—En las encuestas, toda la oposición está perdiendo valoración. ¿No sería lógico, entonces, que, como Cobos era el no oficialista con mayor aceptación en la sociedad, lo que él pierde es, en proporción, lo que pierde toda la oposición en su conjunto?
Se han exagerado las diferencias internas, y es equivocada la imputación que nos hacen de no haber sabido actuar con inteligencia frente al Gobierno. El Congreso, el recinto, no empezó a funcionar, y no ha tenido la visibilidad que podría tener. Pero el trabajo en comisiones que se está haciendo es muy importante. Estamos trabajando para consensuar proyectos que tienen que ver con la necesidad de terminar con la intoxicación institucional que ha generado este gobierno y que explica la concentración de poder en Argentina. Vamos a sancionar una ley que financie las deudas de las provincias, la coparticipación del cheque. Vamos a terminar con la reglamentación de los DNU y con el tema del Consejo de la Magistratura.
—¿Y por qué se exagera con las diferencias?
Hay presión para que se construya una alianza entre sectores que no piensan igual para ganarle al kirchnerismo. Algunos creen que es necesario, y yo creo que sería un fraude más a la ciudadanía. Entiendo a la sociedad que no esté politizada, pero quienes estamos haciendo política no podemos actuar de esa manera.
—¿Cierta parte de los medios apura la creación de una fuerza que pueda ganarle ya al Gobierno y no en 2011?
Ya y también en 2011. Hablo con mucha gente independiente que cree, ingenua y sinceramente, que podemos reunirnos en una misma fuerza electoral con Unión PRO o con las fuerzas de centroderecha.
—¿Comparte la decisión de Cobos de votar a favor de la destitución de Redrado en el Banco Central?
Es la que menos explicación necesitaba, porque los cuestionamientos eran muy severos y anteriores. Lo que menos costo político ofrecía era decir “este señor es un desastre, pero puede permanecer”.
—¿Se equivocó la oposición creyendo que podría ganarle al oficialismo en el Congreso cuando la mayoría era tan frágil que la falta de un senador, o el pase de una senadora, la desarticulaba?
Yo mismo decía: “A partir del 3 de diciembre el Congreso recupera un rol central a la hora de definir políticas públicas”. Eso podría haber sido interpretado como “a partir de ahora, la oposición –como si fuéramos una sola cosa– va a ponerle límites al Gobierno”. Hicimos declaraciones que podían haber generado esa expectativa negativa. Si nos hubieran preguntado: “¿Ustedes creen que de acá en adelante el oficialismo va a perder todas?” ¡No! Porque hay cuestiones en las que tal vez nosotros acompañamos al oficialismo. Algunos diputados y senadores sí me sorprendieron. Pensábamos que iban a votar en una dirección y después terminaron votando en otra.
—En los últimos reportajes habla de un cambio de valores en la sociedad argentina; por ejemplo, que revaloriza la figura de su padre y del radicalismo en su conjunto. ¿Ese cambio de valores tiene que ver con la pérdida de popularidad que vinieron sufriendo Néstor y Cristina Kirchner?
Sin ninguna duda. Por eso la Presidenta en su campaña electoral decía que con ella empezaba la etapa de la calidad institucional y del diálogo. No decía lo que sentía, lo decía porque entendía que en la sociedad se estaba produciendo una demanda a favor de estas dos cuestiones. Luego no cumplió. Y al incumplir un compromiso, potenció este cambio.
—¿Y por qué hubo ese cambio de valores en la sociedad?
Se va democratizando cada vez más la sociedad. Nos ha ayudado mucho la experiencia chilena, la brasileña, la uruguaya. Hemos ido aprendiendo que el consenso y las instituciones tienen una relación mucho más estrecha con la posibilidad de resolver conflictos.
—¿No será inverso?, ¿que el cambio de valores sea una consecuencia de la pérdida de popularidad de Néstor y Cristina Kirchner, y que lo que haya sea sólo un cambio de humores?
Puede ser. Pero la sociedad está más permeable a un discurso que priorice lo institucional y la búsqueda de consensos. Lo que debe saber un estadista es medir la relación de fuerza, hasta dónde le da para seguir tirando. Y cuando encuentre que no puede seguir tirando, busque el consenso. No podemos actuar con voluntarismo, investidos de dignidad principista como si la relación de fuerzas siempre fuera favorable. Es irresponsable porque puede terminar conspirando contra los intereses que se quieren defender. Las concesiones no siempre son una claudicación. Se hacen en defensa a veces de esos principios. La relación de fuerzas existe. Es una mirada naïf que la política es consenso. Política es relación de fuerzas y por eso es consenso. Es contradicción y consenso. Es una relación dialéctica permanentemente.
—¿Qué incorporó el radicalismo a lo largo de estos años, tras la fracasada experiencia de la Alianza? ¿Incorporó del peronismo un mayor grado de pragmatismo?
En el sentido no peyorativo, fuimos siempre pragmáticos. Alfonsín, cuando inauguró por última vez las sesiones ordinarias en el Congreso, dijo: “Hubo cosas que no pudimos hacer, hubo cosas que no quisimos hacer, y hubo cosas que no supimos hacer”. “No quisimos hacer” advertía que podía ponerse en riesgo la identidad de la Unión Cívica Radical. Y temía que hubiera algunos que quisieran…
—¿Colonizarla?
Para acoplarla a los vientos que soplaban en esos tiempos. La revolución conservadora, el Consenso de Washington, la cosa neoliberal. Y hubo intentos de eso en el partido. Uno no elige la identidad. Es desde la identidad de donde se elige. No habríamos hecho lo que hizo el justicialismo en la década del 90 porque teníamos esa identidad. Ahora también tenemos una identidad que no queremos traicionar. También dijo: “No pudimos“. No era una confesión de humildad. Estaba diciendo que la política es relación de fuerzas, de poder, que no es solamente principios, buenos programas y los mejores hombres. Y no estaba diciendo que los objetivos que nos podamos fijar son en función del poder que seamos capaces de construir. Estaba diciendo que las principales ideas, las mejores intenciones, los mejores programas podían fracasar si la relación de fuerzas era adversa. Y que había que construir el poder. No nos estaba poniendo un límite. Teníamos que ser conscientes de que no siempre la relación de fuerzas es favorable a nuestras ideas. Entonces, hay que buscar los consensos cuando se detuvo la tarea de acumulación de fuerza. Eso es pragmatismo en el buen sentido de la palabra. Lo demás es voluntarismo investido de dignidad principista.
—¿Usted, Cobos, Sanz hoy tienen una mirada de la política más pragmática que la que tenía su padre en los 80?
Tengo la dosis de pragmatismo que tiene que ver con la conciencia de que la política no son sólo buenas intenciones y buenas ideas. Hay un pragmatismo deleznable, el que es capaz que sacrificar la identidad por ganar una elección.
—¿Se podría decir que parte de la población desaprueba que la oposición se comporte igual que el kirchnerismo, que para ganar esté dispuesta a no respetar formas o congruencias?
Absolutamente. No sé si en términos electorales sería tan grave. Pero sería muy grave para la república.
—Con Marcó del Pont, la sociedad percibió que estaban reaccionando con el autoritarismo de Kirchner.
La presidenta del Banco Central cometió un error, y tal vez no sea legal, que tiene que ver con la ética republicana. Sabían que si iban a la Justicia, se les iba a impedir. Y por eso hicieron las cosas de manera tan rápida. Yo le hubiera preguntado esto, por ejemplo. Después, en función de los elementos de juicio que se pudieran reunir en esa interpelación, hubiera tomado la decisión.
—Artemio López dice que la oposición hace crecer a Kirchner en este último período. ¿Tiene algo de razón?
No. Me parece que el crecimiento tiene que ver con que no habla tanto, con que se está generando cierta recuperación de la economía, afortunadamente, y con que la oposición discute sólo la agenda del Gobierno. Nos enganchamos en una discusión sobre los DNU de la manera menos inteligente.
—La oposición lució queriéndole ganar a Kirchner con sus mismas armas y perdió identidad. Había dos gritos: el del oficialismo que acusaba de “golpista” a todo opositor y el que encaraba Elisa Carrió, que acusaba de pusilánime a todo el que estuviera dispuesto a algún acuerdo. Ambos discursos se parecían mucho: “el que no piensa como yo es un monstruo”.
Estuvimos entrampados en esas posiciones. No digo que es de Elisa. Por otro lado, las posiciones en cuestiones de fondo no eran muy claras. Aparecimos como diciendo no a las reservas sin tener una alternativa. No hay una oposición. La búsqueda de consenso entre dos es difícil. Y entre 25, infinitamente más. Hay diferencias que no son tan fáciles de saldar.
—Le dijo a la revista “Noticias” que no cree que vaya a haber internas en el radicalismo y resolverían por consenso. ¿No solamente a nivel de candidato a presidente, sino también de gobernadores?
—Es probable. Incluso de legisladores.
—¿Sumar a la precandidatura presidencial de Cobos a Sanz o, eventualmente, a usted, tiene por objetivo mostrar que la UCR cuenta con varios candidatos y posicionar a los que no ganen la interna para 2015, más que una verdadera disputa contra Cobos?
Yo creía que con Cobos no alcanzaba y que ni siquiera le hacía bien. Además, cuanto más miembros del partido hubiera con buena relación con la sociedad, mejor para el partido, mejor para Cobos que hubiera más candidatos con buena relación con la sociedad que pudieran acercar a electores que no se acercarían naturalmente.
—¿El radicalismo va a resolver quién es el mejor candidato con un acuerdo entre las distintas líneas?
Sí. Por eso es un error hacer anuncios de candidaturas ahora. Quiero que sea por consenso, pero no ahora, cuando tenemos que dedicarnos todo el tiempo a fortalecer el partido, proyectando otros miembros ante la sociedad. Pareciera que a algunos les parece mal ésto que tiene tanta racionalidad.
—Otra hipótesis de la utilidad de la candidatura de Cobos: que sea al mismo tiempo condicionarlo para que el radicalismo orgánico tenga una mayor participación en un eventual triunfo.
No hago esto porque quiero ser candidato, pero sí quiero participar. Para poder influir en las decisiones del partido, en la política de alianzas, en los programas de gobierno uno tiene que lograr encolumnar detrás de una visión una cantidad de dirigentes y afiliados importantes.
—¿Qué candidatos imagina que van a disputar la presidencia?
Por el peronismo disidente van a estar Reutemann o Solá. De Narváez no puede ser candidato a presidente. Si nos parece que las leyes están mal, modifiquemos la Constitución.
—¿Reutemann va a ser candidato?
Tengo casi certeza de que va a ser. Por el lado del Frente para la Victoria, qué mejor candidato que Kirchner.
—Que haya un Frente para la Victoria y un peronismo disidente, ¿parte de la hipótesis de que dentro del peronismo hay internas abiertas obligatorias, pero no acepta presentarse el peronismo disidente en un partido controlado por Kirchner?
Sí.
—¿A Duhalde lo ve compitiendo en las internas en algún sentido?
Duhalde está trabajando para que la historia hable bien de él. Está haciendo un esfuerzo para que sea más fácil gobernar con el justicialismo en la oposición.
—¿Va a competir dentro de la interna del PJ como anuncia?
Si logra ser Reutemann, no.
—Duhalde dijo que competiría dentro del peronismo.
No creo que se den las condiciones, pero puedo estar equivocado.
—¿Los socialistas se alinearán con el panradicalismo o van a terminar más cerca de Pino Solanas? —Aspiro a que el panradicalismo se encuentre definitivamente en el radicalismo. Por ciertas dificultades que existen con la Coalición Cívica, algunos se resignan y hasta parece que se alegran. Y con relación al socialismo, es más difícil explicar por qué estamos separados que explicar que vamos juntos.
—¿Todavía conserva esperanzas de que Carrió participe de ese panradicalismo?
Sí. Precisamente porque es difícil ahora, debemos postergar la discusión respecto de las candidaturas.
—Elisa Carrió parece un elemento excluyente, porque no aceptaría nada que no fuera la presidencia.
Hoy, sí. Pero creo que todavía vale la pena insistir, aunque sea un esfuerzo muy grande. Elisa quiere ser presidenta. Veremos si logramos generar condiciones que hagan posible que ella no sea presidenta si realmente no le toca ser, pero que permanezca en el Acuerdo Cívico y que ocupe el lugar que habrá que ver en ese momento.
—Siendo honesto intelectualmente, ¿qué puesto podría estar a la altura de una persona como Elisa Carrió que permita mantener el Acuerdo si ella no fuera la candidata a presidenta?
No va a ser la candidata del radicalismo. Y habrá que ver si reúne las voluntades necesarias para ser la candidata del Acuerdo Cívico. Hoy o dentro de un mes, difícilmente ella alcanzaría a reunir las mayorías para ser la candidata. ¿De qué manera la retenemos? En función de los programas, del proyecto, no en función de un cargo.
—Con ese margen de elasticidad en esta integración, ¿alcanzaría con que Carrió se comprometiese en una segunda vuelta a votar al candidato a presidente, o no podría ser candidata a presidenta para no dividir la fuerza del panradicalismo?
Ese es un tercer escenario. Hay dos escenarios: que nosotros trabajemos de manera tal de dar las condiciones para que el candidato sea por consenso. El otro, que si no es por consenso, sea una interna y todos acepten el resultado de la mayoría. El tercero, si se llegara ahí, cosa que no deseo, después en una segunda vuelta votaría por el candidato del radicalismo o del Acuerdo Cívico. Ahora, guarda, porque por ahí no estamos en la segunda vuelta.
—Si Kirchner hoy tiene el tercio de la sociedad, el 30% del núcleo duro, si llegara al 40% y el panradicalismo fuera dividido, podría no haber segunda vuelta.
Podría no haber segunda vuelta.
—¿Carrió contribuiría al triunfo de Kirchner?
Ella podría decir que nosotros contribuimos por no haberla puesto de candidata.
—Para Carrió, ¿Cobos es peor que Kirchner?
Es eso lo que quiero cambiar. Nada es fácil en política.
—Hace un año dijo que estaba más cerca de Carrió que de Stolbizer.
Sí, que era más amigo. Ahora estoy sincerándome más con Margarita porque estamos recorriendo juntos.
—En el caso de Stolbizer no hay conflictiva con una candidatura de Cobos.
El problema con la Coalición Cívica es que hay que trabajar para que comprendan que con estas actitudes son funcionales al kirchnerismo.
—¿Por qué Carrió no participó de los actos de recuerdo al año de la muerte de su padre?
No sé, porque hubo dos actos, y no estuve en ninguna de las organizaciones.
—¿Haber salido terceros el radicalismo más Carrió en un distrito clásicamente panradical, como es el de la Capital, precipitó la interna que desembocó en las peleas de Carrió con Stolbizer, y luego con Sanz, Morales y Aguad?
No. Las diferencias con Margarita eran preexistentes. Las diferencias entre Nicolás y las actitudes de Carrió con relación al Acuerdo Cívico y con el radicalismo tienen que ver con que empezara a señalarse el nombre de Julio Cobos como el candidato para el Acuerdo Cívico.
—Imagínese por un instante como candidato a gobernador bonaerense; ¿cuáles oponentes serían más difíciles de vencer: Scioli como candidato del kirchnerismo, De Narváez o Sergio Massa?
Scioli, porque no creo que lo vean a Francisco de Narváez como un candidato peronista, ni siquiera a Sergio Massa. Scioli puede disimular su escasa participación de la identidad peronista, y nos sería más difícil obtener acompañamiento del peronismo. Yo quiero ganar con el peronismo. Necesitamos que comprenda que el radicalismo es tanto o más que el justicialismo el partido de la justicia social.
—¿En 2011 se repetirá, pero a nivel nacional, una interna abierta del peronismo con dos candidatos: uno oficial del PJ y otro del sector ideológico opuesto del justicialismo?
Sí. No sé si eso derivará en la ruptura definitiva del peronismo o volverán a confluir.
—¿Reutemann sacaría más votos que Kirchner?
Sí, Reutemann le ganaría a Kirchner. No a nosotros.
—Su padre terminó la presidencia peleándose con Clarín. ¿Qué cree que habría dicho sobre la Ley de Medios el año pasado?
Habría hecho las mismas críticas que nosotros. El Frente para la Victoria utiliza las mejores banderas ocultando siempre segundas intenciones. La propuesta del Frente para la Victoria no tenía nada que ver con la necesidad de garantizar mayores niveles de información. Tiene la intención de controlar los medios de comunicación.
—¿Con qué parte de la ley está de acuerdo y con cuál no?
La política es comunicación, supone una discusión, una batalla cultural, una batalla por la opinión pública, por las ideas. Y tenemos que garantizar que todos tengan la misma posibilidad de llegar con sus opiniones y con su idea a todo el mundo. No se puede observar la realidad de manera directa. La leemos y la recibimos a través de los medios de comunicación. Hay que tratar de garantizar la mayor pluralidad en la información. Si existe una concentración que dificulta la posibilidad de una información plural, hay que ver cómo lo resolvemos, sin tampoco generar condiciones que terminen afectando la posibilidad de un periodismo de calidad. No podemos hacer todas pequeñas radios porque nadie haría periodismo de calidad de esa manera. Por eso es un problema muy complejo.
—Parece que la economía actual de la Argentina vuelve a tener fuerte viento de cola; ¿qué consecuencias electorales podría tener si se vuelve a crecer el 6% este año y el próximo?
Dependerá de lo que haga el Gobierno. Creo que va a volver a equivocarse, a tomar decisiones que importarán un retraso en la posibilidad de empezar a generar condiciones para crecer de manera sostenida. Ha perdido ya la confianza de la sociedad acerca de que pueda aprovechar una segunda ocasión.
—¿Recomendaría a Lavagna para la Jefatura de Gabinete, dado que ministro de Economía ya dijo que no quiere volver a ser?
Sí. Podríamos tener coincidencias muy importantes con Lavagna.
—¿Para dedicarse a la política hay que ser rico o tener un cargo que genere un sueldo? Le pregunto porque usted cuenta que este último año no le quedó tiempo ni para ver a sus hijos, por lo que imagino que ya no trabaja en el estudio de abogacía que comparte con su hermano Gabriel. ¿Cómo se las arregla con el dinero?
Alguna participación todavía tengo con mi hermano. Es muy generoso y me sigue atendiendo las cosas. También tengo un salario seguro. Hay una idea que deberíamos tratar de debatir en Argentina, la de que los ricos tienen mayores defensas…
—Ante las tentaciones de corrupción.
Exacto. Le puede pasar al rico o al pobre. La primera condición es que le guste mucho el dinero. En general, a la mayoría de los políticos no les gusta por naturaleza después, algunos se corrompen.
—¿Esta idea pudo haber jugado a favor en este fenómeno que se produjo en los últimos años, primero con Macri y después con De Narváez?
No por eso ganan. Pero juega a favor. Es un prejuicio. Hay otro prejuicio con relación a lo de Macri. Creen que un gran éxito comercial acredita condiciones para ser político y presidente. No digo que no se puedan dar las dos en una misma persona. Pero concluir de que tuvo gran éxito en los negocios que tiene aptitudes para ser presidente o un buen político es creer que los talentos, condiciones, sensibilidades, aptitudes, disposiciones son las mismas. Es como si creyéramos que se necesitan los mismos talentos para jugar al básquet como para bucear. Otro prejuicio es que hay que tener experiencia en gestión. Las condiciones que debe tener un político tienen que ver con la capacidad de medir relaciones de fuerza, con la necesidad de buscar los consensos, la capacidad para definir prioridades, de liderazgo, de advertir dónde están los hombres que pueden poner todo el conocimiento técnico al servicio.
—Su padre había sido diputado. No tenía ninguna experiencia.
Como Barack Obama, Felipe González, Tabaré, Piñera, Lula.
—El PJ siempre argumenta que sus candidatos tienen experiencia práctica.
Los hombres más importantes de la historia, en los distintos países, no fueron hombres que tuvieron experiencia. Fueron políticos.
—¿Cuál es su balance de cara a las elecciones de 2011 de las chances de Mauricio Macri?
Creo que pierde, pero uno nunca sabe. Puede ser que modifique la relación que tiene con la sociedad hoy y sea capaz de demostrar que está en condiciones, no de gestionar, de liderar un proceso de transformación en la Argentina. No creo que haya sido demagogo cuando hizo campaña. Creía que las cosas eran más fáciles. Y ése es otro mito con el que hay que terminar. Nada es fácil en política. Detrás de cada una de las conquistas obtenidas por la política hubo sacrificios, muertes, persecuciones, libertades. Decía algo así como: “El problema del tránsito nosotros lo vamos a arreglar como en Barcelona, es muy fácil”. Hoy está peor. Creía que era fácil cuando hablaba de la seguridad. Dijeron también “con la cantidad de recursos que tiene la Capital Federal vamos a poder hacer esto, terminamos con los ñoquis, terminamos con el amiguismo. No se necesita aumentar los impuestos”. Llegaron y aumentaron los impuestos el 250%. No estaba engañando. Lo que pasa es que tienen una actitud a veces inocente, por decirlo de alguna manera. Creen que los que gobiernan no dan resultados porque son burros o porque hacen amiguismo. Llegan y terminan generando otra frustración. Lo primero que hay que decirle a la gente es que las cosas no se resuelven de la noche a la mañana, que es difícil y que necesitamos el compromiso de todos. En política no se hacen promesas porque en las cuestiones importantes no depende el cumplimiento solamente del que propone, sino de una serie de factores que no se controlan. Por eso se hacen propuestas en política. Lo importante es no traicionarlas, no dejar de luchar por ellas.
—¿Lo mismo le va a pasar a De Narváez?
A todo aquel que instale en la sociedad la idea de que con él se resuelven los problemas rápidamente.
—¿Kirchner demuestra capacidad de gestión?
De acción, sí. Pero hemos perdido una oportunidad extraordinaria de recuperar la confianza de la sociedad en la política.
—En la actividad privada quien conduce tiene poder absoluto. En la actividad pública ese mismo método de conducción es antidemocrático.
Eso es peligroso porque alguien podría decirme: “Entonces la democracia no es lo más eficiente”. Nadie puede tener la certeza de que la decisión que está imaginando que es necesaria implementar para resolver los problemas producirá esos resultados. La única manera de resolver, cuando nadie es dueño de la verdad, es a través de lo que diga la mayoría. En primer lugar, porque la discusión no es solamente sobre los medios, sino también sobre los fines. Habría que saber qué es lo que quiere ese empresario hacer del Estado, qué tipo de sociedad imagina. Luego, en función de esa sociedad que él imagina, elegir los instrumentos. Como nadie es dueño de la verdad, lo mejor es respetar a quien piensa diferente. Aunque yo creyera, como un necio, que soy el dueño de la verdad no tengo derecho a imponer por la fuerza nada a nadie; ni a condicionarlos a partir de la utilización de recursos que son de ellos. Eso es una concepción amoral de la política. ¿Se podría progresar mejor en una dictadura? Yo creo que no. Viene un señor y me dice que está convencido de que la manera de resolver los conflictos que tenemos en el país es aplicar estas políticas y este tipo de cambio y este tipo de sueldo y estas prioridades. ¿Es Dios? Si fuera Dios, no necesitaríamos la política.
—¿Ahí está el fondo de la identidad peronista y la identidad radical? ¿El peronismo se asocia a la velocidad, mientras que los radicales a una tortuga?
Sí. Es otro gran problema. Es cierto. Ellos son mucho más eficientes que nosotros. Pero es cierto también que la cuestión republicana, la búsqueda del diálogo y el respeto a las instituciones no está incorporado a la identidad peronista con fuerza y convicción. Por sus propios orígenes. Hasta en su propio lenguaje nos remite a organizaciones mucho más verticales. Creo que han hecho un esfuerzo grande para corregir estas cosas en el peronismo. Y Cafiero es un ejemplo de ello.
—¿El peronismo ha tenido suerte?
Ha tenido suerte también. Si nosotros hubiéramos tenido en la década del 80 los precios de los productos primarios como los tuvieron ellos ahora, estoy seguro de que en el ’89 volvía a ganar el radicalismo. Y el mito se hubiera empezado a enterrar. Porque ese mito tiene que ver precisamente con esos datos históricos. Les tocó gobernar en momentos mucho más favorables. Lo importante es que esas condiciones favorables sean aprovechadas para que el crecimiento se sostenga en el tiempo y se pueda progresar. Porque eso de progresar este año y volver atrás ya lo conocemos. Y en eso se ha especializado el justicialismo.
—¿Y en 2011 se acabarían las excusas?
Vamos a enfrentar condiciones mucho más favorables. Ahí sí que nos digan si no supimos hacer las cosas bien. Tal vez ellos pueden exhibir mejores resultados que los nuestros en lo urgente. Pero estoy seguro de que puestos en un mismo contexto, nosotros lo hubiéramos potenciado mucho más.

INTERNAS SALUDABLES SÍ!

INTERNISMO ENFERMIZO NO!

Nosiglia lanza a Stubrin y se quedaría con la UCR porteña

El histórico operador del radicalismo, Enrique “Coti” Nosiglia apuesta al ex diputado nacional Marcelo Stubrin para la conducción del Comité Capital a partir de junio de 2010. En las elecciones del 9 de mayo el radicalismo porteño tendrá internas en más de la mitad de las comunas, en la mayoría las listas opositoras están orquestadas por operadores macristas que responden a Daniel Angelici. Carlos Mas Vélez y Emilio Yacobiti, serían los otros dos aspirantes a la conducción de la UCR Capital
El resurgimiento del radicalismo como una de las opciones más de cara a las elecciones de 2011 calentó la interna de la UCR en la Capital que el 9 de mayo irá a elecciones internas para elegir nuevas autoridades, las que asumirían a principios de junio. Aunque ya no existen líneas internas en el radicalismo porteño después de la alianza entre Enrique Coti Nosiglia y Jesús Rodríguez, en más de la mitad de las comunas habrá internas. Las listas opositoras están integradas por radicales discolos por el emopresario macrista Daniel Angelici.
Los diputados Oscar Zago, Raquel Herrero y Martín Ocampo, son los referentes de Angelici en la Legislatura porteña y los que junto a Claudio Niño, de OSBA, armaron listas en las comunas 1, 5, 6, 10, 11 y 15. En las elecciones del 9 de mayo, los radicales deberán elegir 9 delegados por comuna, los que después de 15 o 20 días votarán a uno para que sea presidente del Comité y 11 más para que integren la mesa ejecutiva del partido. Según la reforma orgánica del último mes, la mesa estará integrada también por el presidente de la Juventud Radical, quien tendrá voz pero no voto.
Quienes siguen la interna de cerca, aseguran que Mas Vélez, aunque bancó la peor época del partido, no tiene chances de ganar la interna y seguirá las indicaciones de Nosiglia. Emiliano Yacobiti, coordinador de La Cantera, es el único que logró formar tropa propia lo que lo colocaría en condiciones de negociar, aunque no de enfrentar a Nosiglia. El ex diputado nacional y referente histórico del radicalismo, Marcelo Stubrin, es, entonces, el favorito.
La única manera de que Stubrin no ganara la elección, sería que decidiera no participar. Sin embargo, los radicales descartan esta posibilidad y anotan que Stubrin va como delegado por su comuna, la 13, dónde no habrá interna. “Si a él no le interesara convertirse en presidente del Comité Capital o no estuviera decidido para que se iba a presentar como delegado, no tiene sentido”, reflexionaron desde la UCR ante la consulta de LPO.
http://www.lapoliticaonline.com/noticias/val/65140/nosiglia-lanza-a-stubrin-y-se-quedaria-con-la-ucr-portena.html

UCR bonaerense:
Alfonsín no se baja de la interna y Cobos insiste con Santín

El 6 de junio el radicalismo renueva autoridades en el Comité Provincia y los esfuerzos para no tener internas no vienen dando resultado. El cobismo se alió a Leopoldo Moreau, Federico Storani y Gustavo Posse y todos apuestan a Eduardo Santín. Alfonsín insiste con el platense Miguel Bazze y no respondió a propuestas para alcanzar una lista de unidad. Recelos eternos, cuentas pendientes y gestos de Ernesto Sanz para renovar el partido.
El 6 de mayo deben conocerse todos los candidatos a autoridades del radicalismo bonaerense que competirán en la elección pautada para el mismo día del mes siguiente y, si nada cambia, el presidente del Comité provincia se definirá entre un candidato apoyado por Ricardo Alfonsín y otro avalado por Julio Cobos.
Al igual que en el Congreso, el mapa del radicalismo provincial quedará así dividido entre los aliados de uno y otro precandidato presidencial, aunque con el detalle nada menor de que el mendocino está asociado a los históricos dirigentes de la UCR bonaerense, como son Leopoldo Moreau, Federico Storani y, en menor medida, Gustavo Posse, de regreso tras su experiencia kirchnerista.
El Comité debe estar presidido por un dirigente que no tengan cargos y los candidatos están puestos: el hijo del ex presidente, Ricardo Alfonsín, quiere al platense Miguel Bazze y los aliados proponen a Eduardo Santín, viejo delfín de Moreau.
Esta semana fracasaron todos los intentos que hubo para conseguir la unidad y la única esperanza de evitar la interna parece ser la de posponer la contienda con la excusa de que no están bien depurados los padrones, lo que quizá nunca ocurra.
El presidente del Comité nacional, Ernesto Sanz, salió a emparejar la escena. Equidistante, como acostumbra, dio señales de no querer un cheque en blanco para los históricos: compartió actos junto a Alfonsín y Daniel Salvador, actual titular del Comité provincia y más cercano al hijo del ex presidente.
Junto al hijo del ex presidente dio una señal que preocupó a los históricos, cuando pidió “una renovación”, speach que usan los alfonsinistas. “Nosotros queremos que se profundice el proceso de cambio. En los últimos 20 años no ha hecho otra cosa que acumular fracasos por errores estratégicos de quienes lo han conducido”, reclamó Bazze.
Y dio un ejemplo: “Con la gestión de Salvador el radicalismo hizo el Acuerdo Cívico y Social. Con Moreau y Storani no lo hubiera hecho”. Para recordar: Salvador llegó por gestión de este dueto y no por Alfonsín, a quien se acercó después.
Moreau es, justamente, el más decidido a ir a internas. Quiere tomarse revancha del desaire que le provocó Alfonsín el año pasado, cuando presentó una lista propia luego de que él y Storani se negaran a ir a internas por respeto a su padre, que había fallecido días atrás. Su furia difícilmente sea apaciguada por Sanz.
Storani
está más afuera de carrera. La prueba es que su candidato a presidir el Comité, el necochense Pedro Azcoiti, ya fue descartado. Y Posse se conforma con tener la puerta abierta para competir en una interna.
Los cobistas bonaerenses se interesaron esta semana en lograr la unidad, pero no lo lograron. El diputado Daniel Katz habló de eso con Alfonsín pero no pudo convencerlo. Pretenden ceder parte de los ocho lugares de la secretaría general del Comité Provincia, que se completa con otro ocho vocales que no integran la mesa directiva.
Sólo algunos cercanos al vice estarían dispuestos a negociar a Santín, aunque sepan que si eso ocurre Moreau va a las urnas como sea. Y por más que Sanz y Cobos quieran evitarlo –sobre todo el primero- “el marciano” puede aún molestar y mucho juntando votos en el conurbano.
Sobre todo en la primera sección –norte del conurabano- donde ahora tendrá la ayuda de Posse. En esa región ambos aspiran a aventajar por más de 10 mil votos y hacer diferencia para evitar depender del interior, donde Alfonsín puede hacer valer su apellido.
El otro sector del partido que tendrá cargos será Superación Radical, ex storanistas que pisaron fuerte en la última década, como el ex diputado Marcelo Elías y el ex intendente de Villa Gesell, Luis Baldo. Se presume que tendrán su lugar entre los ocho de la mesa. Todo sigue en discusión.
http://www.lapoliticaonline.com/noticias/val/65075/ucr-bonaerense-alfonsin-no-se-baja-de-la-interna-y-cobos-insiste-con-santin--.html

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