RAÚL ALFONSÍN
EL HOMBRE QUE ACUNÓ LA DEMOCRACIA
por Hugo Turrini
La Democracia era pequeña y débil. Necesitaba ser alimentada. Necesitaba crecer y fortalecerse. Un hombre la acunó. La abrigó. La protegió arriesgando, incluso, su vida. Lo acompañó un pueblo entero. Lo acompañó la oposición (por lo menos en el aspecto esencial de la defensa de las instituciones). Hoy esa Democracia, con avances y retrocesos (como la vida misma), cumple 27 años.
Recién me comunicaron que debo preparar un discurso referido al "Día Nacional de la Memoria, por la Verdad y la Justicia", en conmemoración de aquel fatídico 24 de marzo de 1976. Seguramente recordaré la interrupción del orden institucional (el aborto de la República), los secuestros, las torturas, los centros de detención, la desaparición forzada de personas.
Pero será una formidable oportunidad de contarle a mis alumnos y a toda la institución escolar acerca de ese hombre, acerca de la importancia de preservar la Democracia y defender los Derechos Humanos.
Raúl Alfonsín estará presente en mis palabras por haber sido el Presidente de la Nación que inauguró la etapa de la Democracia definitiva. Estará en mis labios por haber enviado el proyecto de derogación de la autoamnistía. Resaltaré que formó la Conadep, a cargo del hoy casi centenario Ernesto Sábato, para investigar las atrocidades cometidas por el Proceso de Reorganización (o destrucción) Nacional. Haré hincapié en el Juicio a las Juntas y en la condena a los principales responsables de la represión ilegal. No se me escapará que la Justicia de la Democracia procesó también a los jefes guerrilleros y extraditó a López Rega, artífice del horror de la Triple A.
El hablar de un tiempo de tinieblas, me dará ocasión para reivindicar y defender la Luz.
Comienza la "Semana de la Memoria" y en vez de pronunciar un discurso "Videla-céntrico" (aunque sea para condenarlo), hablaré de los logros y la necesidad de profundizar una Democracia que garantizó las libertades básicas ( pero aún está lejos del concepto de igualdad).
También comenzarán días penosos que desembocarán en el 31 de marzo, fecha de la partida de Raúl Alfonsín, fecha de su instalación definitiva en las mentes y corazones de los que ni siquiera son seguidores. Fecha trágica, pero de un nuevo despertar democrático.
Alfonsín y la Democracia. Alfonsín y los Derechos Humanos. Alfonsín y la Memoria.
El otro día en el acto de la Matanza, en que se presentó el busto de Raúl, sentí la necesidad interior de guiar a los presentes en el canto de un spiritual que en 1983 realizara Jairo ("Pronto Venceremos"). Ese himno de Victoria fue un símbolo de lo que significa de pasar de la opresión a la Libertad, de la muerte a la Vida. El mismo que con un contenido en su letra más Cristiano, cantaran los seguidores de Martin Luther King en sus marchas por la igualdad de derechos entre negros y blancos.
Al líder de aquella lucha por la igualdad racial le apasionaba un profeta judío, antiguotestamentario llamado Amós. Amós, guiado por Dios, afirmaba: "Corra el Derecho como las aguas y la Justicia como impetuoso arroyo". Con aciertos y errores, la profecía se cumplió durante el gobierno de Raúl Alfonsín en donde el funcionamiento de las instituciones resolvió aquella deuda del atroz pasado, en forma pacífica y sin la venganza privada, sin nuevos baños de sagre. El Derecho y la Justicia corrieron en lugar de la sangre, por eso la "casa estaba en orden".
Raúl Alfonsín está en cada uno de nosotros, en nuestro recuerdo, pensamiento y acción. Por eso debemos volver a hacer cierta aquella profecía de Amós y aún concretarla en forma mayor y definitiva.
Pero será posible porque hubo un Padre de la Democracia.
por Hugo Turrini
La Democracia era pequeña y débil. Necesitaba ser alimentada. Necesitaba crecer y fortalecerse. Un hombre la acunó. La abrigó. La protegió arriesgando, incluso, su vida. Lo acompañó un pueblo entero. Lo acompañó la oposición (por lo menos en el aspecto esencial de la defensa de las instituciones). Hoy esa Democracia, con avances y retrocesos (como la vida misma), cumple 27 años.
Recién me comunicaron que debo preparar un discurso referido al "Día Nacional de la Memoria, por la Verdad y la Justicia", en conmemoración de aquel fatídico 24 de marzo de 1976. Seguramente recordaré la interrupción del orden institucional (el aborto de la República), los secuestros, las torturas, los centros de detención, la desaparición forzada de personas.
Pero será una formidable oportunidad de contarle a mis alumnos y a toda la institución escolar acerca de ese hombre, acerca de la importancia de preservar la Democracia y defender los Derechos Humanos.
Raúl Alfonsín estará presente en mis palabras por haber sido el Presidente de la Nación que inauguró la etapa de la Democracia definitiva. Estará en mis labios por haber enviado el proyecto de derogación de la autoamnistía. Resaltaré que formó la Conadep, a cargo del hoy casi centenario Ernesto Sábato, para investigar las atrocidades cometidas por el Proceso de Reorganización (o destrucción) Nacional. Haré hincapié en el Juicio a las Juntas y en la condena a los principales responsables de la represión ilegal. No se me escapará que la Justicia de la Democracia procesó también a los jefes guerrilleros y extraditó a López Rega, artífice del horror de la Triple A.
El hablar de un tiempo de tinieblas, me dará ocasión para reivindicar y defender la Luz.
Comienza la "Semana de la Memoria" y en vez de pronunciar un discurso "Videla-céntrico" (aunque sea para condenarlo), hablaré de los logros y la necesidad de profundizar una Democracia que garantizó las libertades básicas ( pero aún está lejos del concepto de igualdad).
También comenzarán días penosos que desembocarán en el 31 de marzo, fecha de la partida de Raúl Alfonsín, fecha de su instalación definitiva en las mentes y corazones de los que ni siquiera son seguidores. Fecha trágica, pero de un nuevo despertar democrático.
Alfonsín y la Democracia. Alfonsín y los Derechos Humanos. Alfonsín y la Memoria.
El otro día en el acto de la Matanza, en que se presentó el busto de Raúl, sentí la necesidad interior de guiar a los presentes en el canto de un spiritual que en 1983 realizara Jairo ("Pronto Venceremos"). Ese himno de Victoria fue un símbolo de lo que significa de pasar de la opresión a la Libertad, de la muerte a la Vida. El mismo que con un contenido en su letra más Cristiano, cantaran los seguidores de Martin Luther King en sus marchas por la igualdad de derechos entre negros y blancos.
Al líder de aquella lucha por la igualdad racial le apasionaba un profeta judío, antiguotestamentario llamado Amós. Amós, guiado por Dios, afirmaba: "Corra el Derecho como las aguas y la Justicia como impetuoso arroyo". Con aciertos y errores, la profecía se cumplió durante el gobierno de Raúl Alfonsín en donde el funcionamiento de las instituciones resolvió aquella deuda del atroz pasado, en forma pacífica y sin la venganza privada, sin nuevos baños de sagre. El Derecho y la Justicia corrieron en lugar de la sangre, por eso la "casa estaba en orden".
Raúl Alfonsín está en cada uno de nosotros, en nuestro recuerdo, pensamiento y acción. Por eso debemos volver a hacer cierta aquella profecía de Amós y aún concretarla en forma mayor y definitiva.
Pero será posible porque hubo un Padre de la Democracia.
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