LEANDRO N. ALEM
UNICO CAMINO: REVOLUCIÓN POPULAR
EL HOMBRE DE LAS MULTITUDES
LA CAUSA DE LOS DESPOSEÍDOS
http://www.youtube.com/watch?v=uuV-L9wvF3U
UNICO CAMINO: REVOLUCIÓN POPULAR
EL HOMBRE DE LAS MULTITUDES
LA CAUSA DE LOS DESPOSEÍDOS
http://www.youtube.com/watch?v=uuV-L9wvF3U
Nace: 11 de marzo de 1842
Lugar: Buenos Aires, Argentina
Político argentino, fundador del partido político Unión Cívica Radical (UCR), diputado provincial y senador nacional. Leandro Nicéforo Alem, conocido como "Leandro N Alem", fue hijo de Leandro Alen, pulpero y uno de los jefes de la fuerza parapolicial de Juan Manuel de Rosas, motivo por el cual fue fusilado y su hijo cambió la última letra de su apellido. Terminada su educación inicial, ingresó a la Facultad de Derecho de Buenos Aíres, pero en 1865 la abandona para pelear en las batallas de Cepeda (1859), Pavón (1861) y en la Guerra del Paraguay (1865-1870), donde alcanzó el grado de Capitán. De regreso a sus estudios, Leandro Alem se gradúa en 1869 y comienza a trabajar en un estudio jurídico junto a Aristóbulo del Valle. Paralelamente se dedica a la política, uniéndose al "Partido Autonomista" de Adolfo Alsina donde pronto se destacó por sus dotes para la oratoria y su carisma en los debates. Leandro Alem fue diputado provincial en 1872 y ante las diferencias internas que mantuvo con el Partido Autonomista y la conciliación de éste con el "Partido Nacional" conducido por Bartolomé Mitre, se separa y funda junto a otros el "Partido Republicano". Con el fallecimiento de Alsina, Leandro Alem participa de la reorganización del Partido Autonomista y es elegido diputado provincial por segunda vez en 1879, renunciando un año después. Luego de pasar unos años alejado de la política, Leandro Alem funda junto a Bartolomé Mitre la "Unión Cívica" y organiza en 1890 un levantamiento armado contra el presidente Miguel Celman, que se vio forzado a renunciar. Al año siguiente la Unión Cívica presenta a Mitre como candidato a la presidencia, pero ante las negociaciones con Julio Argentino Roca, jefe del oficialismo, se fractura el partido, quedando Mitre como jefe de la "Unión Cívica Nacional" y Leandro Alem como titular de la "Unión Cívica Radical". En 1891 es elegido senador nacional y ese mismo año presentan a Bernardo de Irigoyen como candidato a la presidencia. Faltando pocos días para las elecciones, el Presidente Carlos Pellegrini denuncia un complot radical y asesinan a sus principales funcionarios, quedando Leandro Alem detenido y sin participar de las elecciones. Tras su liberación, reorganiza la Unión Cívica Radical y prepara un nuevo levantamiento, llevado a cabo el 7 de septiembre y donde es proclamado Presidente de la Nación por algunos meses, siendo derrotado en octubre. Deprimido y decepcionado por el alejamiento de muchos de sus partidarios, Leandro Alem se suicida en Buenos Aires en 1896.
PENSAMIENTO DE LEANDRO N. ALEM
La vida política forma esas grandes agrupaciones, que llámeseles como ésta, populares, o llámeseles partidos políticos, son las que desenvuelven la personalidad del ciudadano, le dan conciencia de su derecho y el sentimiento de la solidaridad en los destinos comunes
Son esas luchas, esas nobles rivalidades de los partidos, las que engendran las buenas instituciones, las depuran en la discusión, las mejoran con reformas saludables y las vigorizan con entusiasmos generosos que nacen al calor de las fuerzas viriles de un pueblo
No desfallezcas en esta grande obra que inicias llena de fe y de entusiasmo, y si alguna vez necesitáis la ayuda de un hombre joven de largas barbas, pronunciad mi nombre, y correré presuroso a ocupar mi puesto con el ardor, la fe y la esperanza de los primeros años.
Nos hallamos en los principios de la senda colocada frente a nuestros ojos, y es necesario recorrerla hasta el fin, en todas sus escabrosidades, a costa de todos los sacrificios, como corresponde a nuestra historia y a nuestros antecedentes nunca desmentidos ni manchados.
El deber no se cumple sino haciendo algo más de lo que el deber manda.
Una vibración profunda conmueve todas mis fibras patrióticas al contemplar la resurrección del espíritu cívico en la heroica ciudad de Buenos Aires.
La vida política de un pueblo marca la condición en que se encuentra; marca su nivel moral, marca el temple y la energía de su carácter. El pueblo donde no hay vida política, es un pueblo corrompido y en decadencia, o es víctima de una brutal opresión.
¡Desgraciados los pueblos que no tienen ideales!
El ejército está constituido para defender las leyes y las instituciones, no para servir de pedestal a las tiranías.
No antepongas nunca los intereses pequeños o personales a los altos enigmas patrióticos y no abandonando jamás la línea recta que yo seguí en mi azarosa existencia, habrás rendido el mejor homenaje a mi memoria.
Hoy, ya todo cambia; este es un augurio de que vamos a reconquistar nuestras libertades, y ¡vamos a ser dignos hijos de los que fundaron las Provincias Unidas del Río de la Plata!
Cuando un hombre está en el poder, necesita el consejo, el apoyo, el cariño y el aliento de sus gobernados, que han de ser sus amigos, no sus vasallos; pero si ese hombre se olvida que se debe al pueblo y no respeta derechos ni constituciones, el pueblo tiene la obligación de recordarle los deberes de la altura, e imponerle su soberanía, ¡si no por la razón, por la fuerza!
Y si nuestros padres han concurrido con sus esfuerzos a la conquista del derecho y de la libertad en una gran parte del continente Sud Americano, nosotros tenemos el deber de enseñar y difundir ese derecho, conservando siempre celosos el sentimiento de esa libertad en todas sus manifestaciones, perfeccionándonos de día en día, constituyendo una moral propia en todas las esferas de la vida, que sirva de enseñanza y de fuente inspiradora para todos los pueblos.
No hay, no puede haber buenas finanzas, donde no hay buena política. Buena política quiere decir, respeto a los derechos; buena política quiere decir, aplicación recta y correcta de las rentas públicas; buena política quiere decir, protección a las industrias útiles y no especulación aventurera para que ganen los parásitos del poder; buena política quiere decir, exclusión de favoritos y de emisiones clandestinas.
(...) Porque en momentos de angustia olvidamos estos sagrados ideales, porque hicimos de nuestras comodidades materiales, concentración de nuestros sentidos y aspiración única de nuestros espíritus, nos hemos visto vejados, ultrajados y deshonrados en nuestras afecciones más caras, sin que a duras penas asomase el sonrojo en nuestras mejillas y palpitaran de vergüenza nuestros corazones.
¡Ah! Señores. Nada satisface más íntimamente y retempla mejor el espíritu, que recordar con acentuada veneración los esfuerzos desinteresados y patrióticos de aquella juventud, que abandonando la cuna de sus más caras afecciones, cortando algunos el curso de sus carreras universitarias, y despreciando todos sus intereses personales, corría, llena de bríos y de santo patriotismo, a formar en las filas del ejército, que se coronaba de gloria en las batallas libradas por la libertad y el honor nacional.
El desaliento, el quebranto, la inmoralidad, no surgen de los bajos fondos sociales. Vienen de las alturas. Hoy se sacrifica todo, el honor, la palabra, la fe jurada ante los hijos y la patria, para descender luego a los goces materiales, por gustar con fruición de sibaritas los placeres de la sensualidad y el de gobierno. Hoy no se busca la posición política para poner a su servicio talento, carácter, patriotismo, sino para que aquella sirva a los fugaces caprichos de oscuros bienes, de miserables sueños...
Se trata de elevar a un pueblo a la alta dignidad del hombre libre, de consagrarle sus más importantes derechos, combatiendo legalmente por la práctica de sus instituciones, que formuladas en un código, son sin embargo, desconocidas y holladas por los malos mandatarios.
La libertad necesita ser conquistada y conservada por la conducta digna y perseverante del mismo pueblo, y si éste en vez de merecer o exigir con entereza gobiernos libres y honrados, se presta dócilmente a la explotación de círculos menguados o de sus gestiones personales, siempre peligrosas, tendrán el gobierno creado por su inepcia y por su cobardía; es decir, tendrán el gobierno que merezca su propia indignidad.
¡¡Sí, que se rompa pero no se doble!!
Ah! Cuánto bien ha podido hacer este partido si no hubiesen promediado ciertas causas y ciertos factores…¡No importa! Todavía puede hacerse mucho. Pertenece principalmente a las nuevas generaciones. Ellas le dieron origen y ellas sabrán consumar la obra. ¡Deben consumarla!.
¡¡Adelante, los que quedan!!
http://www.frasesypensamientos.com.ar/autor/leandro-alem.html
Lugar: Buenos Aires, Argentina
Político argentino, fundador del partido político Unión Cívica Radical (UCR), diputado provincial y senador nacional. Leandro Nicéforo Alem, conocido como "Leandro N Alem", fue hijo de Leandro Alen, pulpero y uno de los jefes de la fuerza parapolicial de Juan Manuel de Rosas, motivo por el cual fue fusilado y su hijo cambió la última letra de su apellido. Terminada su educación inicial, ingresó a la Facultad de Derecho de Buenos Aíres, pero en 1865 la abandona para pelear en las batallas de Cepeda (1859), Pavón (1861) y en la Guerra del Paraguay (1865-1870), donde alcanzó el grado de Capitán. De regreso a sus estudios, Leandro Alem se gradúa en 1869 y comienza a trabajar en un estudio jurídico junto a Aristóbulo del Valle. Paralelamente se dedica a la política, uniéndose al "Partido Autonomista" de Adolfo Alsina donde pronto se destacó por sus dotes para la oratoria y su carisma en los debates. Leandro Alem fue diputado provincial en 1872 y ante las diferencias internas que mantuvo con el Partido Autonomista y la conciliación de éste con el "Partido Nacional" conducido por Bartolomé Mitre, se separa y funda junto a otros el "Partido Republicano". Con el fallecimiento de Alsina, Leandro Alem participa de la reorganización del Partido Autonomista y es elegido diputado provincial por segunda vez en 1879, renunciando un año después. Luego de pasar unos años alejado de la política, Leandro Alem funda junto a Bartolomé Mitre la "Unión Cívica" y organiza en 1890 un levantamiento armado contra el presidente Miguel Celman, que se vio forzado a renunciar. Al año siguiente la Unión Cívica presenta a Mitre como candidato a la presidencia, pero ante las negociaciones con Julio Argentino Roca, jefe del oficialismo, se fractura el partido, quedando Mitre como jefe de la "Unión Cívica Nacional" y Leandro Alem como titular de la "Unión Cívica Radical". En 1891 es elegido senador nacional y ese mismo año presentan a Bernardo de Irigoyen como candidato a la presidencia. Faltando pocos días para las elecciones, el Presidente Carlos Pellegrini denuncia un complot radical y asesinan a sus principales funcionarios, quedando Leandro Alem detenido y sin participar de las elecciones. Tras su liberación, reorganiza la Unión Cívica Radical y prepara un nuevo levantamiento, llevado a cabo el 7 de septiembre y donde es proclamado Presidente de la Nación por algunos meses, siendo derrotado en octubre. Deprimido y decepcionado por el alejamiento de muchos de sus partidarios, Leandro Alem se suicida en Buenos Aires en 1896.
PENSAMIENTO DE LEANDRO N. ALEM
La vida política forma esas grandes agrupaciones, que llámeseles como ésta, populares, o llámeseles partidos políticos, son las que desenvuelven la personalidad del ciudadano, le dan conciencia de su derecho y el sentimiento de la solidaridad en los destinos comunes
Son esas luchas, esas nobles rivalidades de los partidos, las que engendran las buenas instituciones, las depuran en la discusión, las mejoran con reformas saludables y las vigorizan con entusiasmos generosos que nacen al calor de las fuerzas viriles de un pueblo
No desfallezcas en esta grande obra que inicias llena de fe y de entusiasmo, y si alguna vez necesitáis la ayuda de un hombre joven de largas barbas, pronunciad mi nombre, y correré presuroso a ocupar mi puesto con el ardor, la fe y la esperanza de los primeros años.
Nos hallamos en los principios de la senda colocada frente a nuestros ojos, y es necesario recorrerla hasta el fin, en todas sus escabrosidades, a costa de todos los sacrificios, como corresponde a nuestra historia y a nuestros antecedentes nunca desmentidos ni manchados.
El deber no se cumple sino haciendo algo más de lo que el deber manda.
Una vibración profunda conmueve todas mis fibras patrióticas al contemplar la resurrección del espíritu cívico en la heroica ciudad de Buenos Aires.
La vida política de un pueblo marca la condición en que se encuentra; marca su nivel moral, marca el temple y la energía de su carácter. El pueblo donde no hay vida política, es un pueblo corrompido y en decadencia, o es víctima de una brutal opresión.
¡Desgraciados los pueblos que no tienen ideales!
El ejército está constituido para defender las leyes y las instituciones, no para servir de pedestal a las tiranías.
No antepongas nunca los intereses pequeños o personales a los altos enigmas patrióticos y no abandonando jamás la línea recta que yo seguí en mi azarosa existencia, habrás rendido el mejor homenaje a mi memoria.
Hoy, ya todo cambia; este es un augurio de que vamos a reconquistar nuestras libertades, y ¡vamos a ser dignos hijos de los que fundaron las Provincias Unidas del Río de la Plata!
Cuando un hombre está en el poder, necesita el consejo, el apoyo, el cariño y el aliento de sus gobernados, que han de ser sus amigos, no sus vasallos; pero si ese hombre se olvida que se debe al pueblo y no respeta derechos ni constituciones, el pueblo tiene la obligación de recordarle los deberes de la altura, e imponerle su soberanía, ¡si no por la razón, por la fuerza!
Y si nuestros padres han concurrido con sus esfuerzos a la conquista del derecho y de la libertad en una gran parte del continente Sud Americano, nosotros tenemos el deber de enseñar y difundir ese derecho, conservando siempre celosos el sentimiento de esa libertad en todas sus manifestaciones, perfeccionándonos de día en día, constituyendo una moral propia en todas las esferas de la vida, que sirva de enseñanza y de fuente inspiradora para todos los pueblos.
No hay, no puede haber buenas finanzas, donde no hay buena política. Buena política quiere decir, respeto a los derechos; buena política quiere decir, aplicación recta y correcta de las rentas públicas; buena política quiere decir, protección a las industrias útiles y no especulación aventurera para que ganen los parásitos del poder; buena política quiere decir, exclusión de favoritos y de emisiones clandestinas.
(...) Porque en momentos de angustia olvidamos estos sagrados ideales, porque hicimos de nuestras comodidades materiales, concentración de nuestros sentidos y aspiración única de nuestros espíritus, nos hemos visto vejados, ultrajados y deshonrados en nuestras afecciones más caras, sin que a duras penas asomase el sonrojo en nuestras mejillas y palpitaran de vergüenza nuestros corazones.
¡Ah! Señores. Nada satisface más íntimamente y retempla mejor el espíritu, que recordar con acentuada veneración los esfuerzos desinteresados y patrióticos de aquella juventud, que abandonando la cuna de sus más caras afecciones, cortando algunos el curso de sus carreras universitarias, y despreciando todos sus intereses personales, corría, llena de bríos y de santo patriotismo, a formar en las filas del ejército, que se coronaba de gloria en las batallas libradas por la libertad y el honor nacional.
El desaliento, el quebranto, la inmoralidad, no surgen de los bajos fondos sociales. Vienen de las alturas. Hoy se sacrifica todo, el honor, la palabra, la fe jurada ante los hijos y la patria, para descender luego a los goces materiales, por gustar con fruición de sibaritas los placeres de la sensualidad y el de gobierno. Hoy no se busca la posición política para poner a su servicio talento, carácter, patriotismo, sino para que aquella sirva a los fugaces caprichos de oscuros bienes, de miserables sueños...
Se trata de elevar a un pueblo a la alta dignidad del hombre libre, de consagrarle sus más importantes derechos, combatiendo legalmente por la práctica de sus instituciones, que formuladas en un código, son sin embargo, desconocidas y holladas por los malos mandatarios.
La libertad necesita ser conquistada y conservada por la conducta digna y perseverante del mismo pueblo, y si éste en vez de merecer o exigir con entereza gobiernos libres y honrados, se presta dócilmente a la explotación de círculos menguados o de sus gestiones personales, siempre peligrosas, tendrán el gobierno creado por su inepcia y por su cobardía; es decir, tendrán el gobierno que merezca su propia indignidad.
¡¡Sí, que se rompa pero no se doble!!
Ah! Cuánto bien ha podido hacer este partido si no hubiesen promediado ciertas causas y ciertos factores…¡No importa! Todavía puede hacerse mucho. Pertenece principalmente a las nuevas generaciones. Ellas le dieron origen y ellas sabrán consumar la obra. ¡Deben consumarla!.
¡¡Adelante, los que quedan!!
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