Partido de los Trabajadores de Brasil
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A 30 años de su fundación, el futuro de la fuerza en debate
Sábado 6 de febrero de 2010/ Redacción: Daniel Terreno/ Edición: Juan Ávalos/ Visión Siete internacional/ El Partido de los Trabajadores de Brasil se fundó el 10 de febrero de 1980, pero sus orígenes se remontan a la década del 70, cuando un grupo de dirigentes sindicales de São Paulo adoptaron al socialismo como forma de organización social.
El nacimiento del PT surgió de la confluencia de un grupo heterogéneo, donde además de gremialistas, había intelectuales de izquierda y grupos católicos identificados con la Teología de la Liberación.
Hasta el golpe de Estado de 1964, la representación de los asalariados de Brasil, estaba en manos del CGT, Comando General de los Trabajadores, cuyos dirigentes contaban con el reconocimiento estatal del Ministerio de trabajo, ocupado por miembros del Partido Trabalhista brasileño.
Los militares que sacaron del poder al presidente João Goulart en 1964 – acusándolo de simpatizar con la revolución cubana- redujeron las libertades civiles, disolvieron el CGT e intervinieron todos los sindicatos oficiales.
Esta represión y restricción de las libertades civiles potenció el surgimiento de un movimiento obrero organizado que se expresó fundamentalmente en São Paulo, a través de huelgas y nutrida presencia en las calles.
La heterogeneidad de los dirigentes de estas luchas fue llevándolos a adoptar una identidad propia, a la vez que alejándolos de la posibilidad de recuperar al CGT como representación de los trabajadores.
Compuesto por líderes de izquierda antiestalinista y trotskistas, el movimiento incorporó la necesidad de adquirir una identidad propia, mediante la creación de un partido político.
Desde su fundación, el Partido de los Trabajadores de Brasil se presenta como una fuerza de izquierda que busca al socialismo como forma de organización social, aunque nunca se identificó con ninguno de los países que adoptaron ese sistema político.
Los principales dirigentes del PT mantuvieron relaciones políticas con la Unión Soviética, la República Democrática de Alemania, China y Cuba, pero jamás los reconocieron como un modelo a seguir.
La convivencia de diversas corrientes ideológicas y la presencia de un núcleo duro de sindicalistas hizo que el PT no adoptara una clara orientación marxista.
Jose Genoino, uno de los líderes máximos del partido, señaló que el marxismo y el socialismo son más bien un sistema de valores para la fuerza y no un objetivo de transformación social.
El máximo referente del Partido de los Trabajadores, es el actual presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, quien accedió al poder en 2003.
En un recordado debate con su adversario del Partido de Reconstrucción Nacional, Fernando Collor de Melo, Lula afirmó que el PT jamás se declaró marxista.
Desde su llegada al poder, Lula da Silva mantiene una complicada relación con el Partido de los Trabajadores, producto de la diversidad ideológica presente en el PT, desde donde algunos cuestionan la orientación capitalista de su gobierno.
Los dos primeros años de la gestión de Lula estuvieron en verdad marcados por una confrontación entre los proyectos históricos del PT y la realidad económica y política de Brasil.
Durante su primer período, mas allá de que se oponía a continuar con el modelo económico de orientación neoliberal que heredó del gobierno anterior, no modificó la relación del país con el FMI, y mantuvo el mismo rumbo en la política tributaria.
Entre sus logros, sin embargo, se destaca la reducción del desempleo, la instrumentación de créditos para microemprendimientos y la baja de la pobreza.
Pero más allá de estos resultados, el descontento con el presidente dentro de los sectores más orientados a la izquierda dentro del PT fue creciendo, aunque con una notable incapacidad para formular una alternativa.
La peor crisis entre el gobierno y el Partido de los Trabajadores se disparó en junio de 2005, cuando la oposición denunció un sistema de pago de sobornos a diputados.
Se trataba de “mensualidades”, como las denominó la prensa, que eran pagadas a los legisladores por el secretario de finanzas del PT, con la participación del secretario general del partido.
Por este hecho, cayó Jose Dirceu, jefe de ministros de Lula y hombre fuerte del gobierno y del PT.
Pero los escándalos de corrupción y la continuidad de un programa liberal no impidieron que en 2006 Lula obtuviera la reelección, respaldado por más del 60 por ciento de los votos, convirtiendo al presidente y al PT en una maquinaria electoral imbatible.
Las escisiones del Partido de los Trabajadores no lograron en esta elección consolidar un modelo alternativo ni seducir a los que tienen una mirada crítica del gobierno desde la izquierda.
El segundo y último mandato de Lula finaliza en octubre de 2010. El PT ya eligió a la actual jefa de ministros, Dilma Rousseff, para sucederlo.
Se trata de una ex integrante del movimiento de resistencia contra la dictadura brasileña en los años sesenta. Rousseff fue detenida en 1970 y condenada por un tribunal militar sin ningún tipo de garantías. Durante los tres años que estuvo presa, recibió todo tipo de torturas.
Un dato para destacar, y que tiene mucho que ver con el PT, es que Rousseff competirá con candidatos progresistas y de izquierda, y que la derecha no logró imponer aún ninguna postulación para ocupar el Planalto.
Pero independientemente del resultado electoral de octubre de 2010, y a treinta años de su fundación, el gran desafío que tiene por delante el Partido de los Trabajadores de Brasil es recobrar el impulso inicial que logró instalar a Lula Da Silva en la presidencia.
La fuerza está obligada a retomar un fuerte debate interno y recomponer sus bases. Son muchos los que en el PT, como estrategia de futuro, apuntan a un fortalecimiento ideológico y social para que el partido vuelva a convertirse en una referente creíble de la izquierda, en Brasil y en todo el mundo. © Noticiero Visión Siete/ TV Pública/ Argentina
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sábado, 6 de febrero de 2010
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