DOMINGO F. SARMIENTO POR JOSÉ INGENIEROS.
Ningun filosofo, estadista, sabio o poeta alcanza la genialidad mientras en su medio se siente exotico o inoportuno; necesita condiciones favorables de tiempo y de lugar para que su aptitud se convierta en funcion y marque una epoca en la historia. El ambiente constituye el “clima”del genio y la oportunidad marca su “hora”. Sin ellos, ningun cerebro excepcional puede elevarse a la genialidad; pero el uno y la otra no bastan para crearla. Nacen muchos ingenios excelentes en cada siglo. Uno entre cien. El secreto de la gloria es coincidir con la oportunidad. Se entreabre y cerce, sintetizando un ideal implicito con el porvenir inminente o remoto. Si tal hombre nace en tal clima y llega en tal hora oportuna, su aptitud preexistente, apropiada a entrambos, se desenvuelve hasta la genialidad. El genio es una fuerza que actua en funcion del medio.
Sarmiento tenia la clarividencia del ideal y habia elegido sus medios: organizar civilizando, elevar educando. Presidio la Republica contra la intencion de todos: obra de un hado benefico. Arriba vivio batallando como abajo, siempre agresor y agredido. Cumplia una funcion historica. Por eso, como el heroe del romance, su trabajo fue la lucha, su descanso pelear. La unidad de su obra es profunda y absoluta., nop obstante las multiples contradicciones nacidas por el copntraste de su conducta con las oscilaciones circunstanciales de su medio. Entre alternativas extremas, Sarmiento conservo la linea de su carácter hasta la muerte. Su madurez siguió la orientación de su juventud; llego a los ochenta años perfeccionando las originalidades que habia adquirido a los treinta. Se equivoco innumerables veces, tantas como solo puede concebirse en un hombre que vivio pensando siempre. Cambio mil veces de opinión en lo detalles, porque nunca dejo de vivir; pero jamas desvio la pupila de lo que era esencial en su funcion. Su espiritu salvaje y divino parpadeaba corno un faro, con alternativas perturbadoras. Era un mundo que se oscurecia y se alumbraba sin sosiego: incesante sucesion de amaneceres y de crepúsculos fundidosen el todo uniforme del tiempo. En ciertas epocas parecio nacer de nuevo con cada aurora; pero supo oscilar hasta lo infinito sin dejar nunca de ser el mismo. Miro siempre al porvenir, como si el pasado hubiera muerto a su espalda: el ayer no existia, para él, frente al mañana.
Al igual que Sarmiento, Ameghino tambien llego en su clima y a su hora. Por singular coincidencia, ambos fueron maestros de escuela, autodidactos, sin titulo universitario, formados fuera de la urbe, fuera de la mentira mundana. Revelar y crear fue su mision.
del libro El Hombre Mediocre. José Ingenieros.
NUESTRO RECUERDO AL MAESTRO FUENTEALBA
LA DEUDA CON EL LEGADO DEL GRAN PADRE DEL AULA
Por Gustavo Aramburu.
La Argentina instruida, con un alto nivel de educación y de ciudadanos con educación universitaria parece haber quedado de lado, dando paso a la Argentina de la inequidad educativa. La realidad muestra que alrededor de 750.000 chicos de entre 6 y 17 años están fuera del sistema escolar y hay casi 4.000.000 de adultos que no terminaron la escuela primaria y su nivel educativo es deficiente. El 71% de los jóvenes que cuentan entre 15 y 21 años, se encuentra en situación de riesgo educativo, lo que significa no haber adquirido la cantidad suficiente de conocimientos, actitudes, habilidades y destrezas necesarias para participar en una forma plena, crítica, creativa y autónoma de la vida social, política y económica.
Las causas del abandono prematuro de la escuela han sido exhaustivamente estudiadas desde hace mucho tiempo y los resultados son claros: el mapa de la deserción escolar y del fracaso escolar coincide con el mapa de la pobreza.
La educación, piedra angular del desarrollo, es la mejor inversión social desde todo punto de vista, así lo creyeron nuestros mayores y fundamentalmente Domingo Faustino Sarmiento.
En 1831, con sólo veinte años, Sarmiento debió partir hacia Chile por no compartir las ideas del entonces gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas. Durante su exilio fue escenógrafo, minero, mozo, periodista... También trabajó en una chacra cuyo dueño comentó una vez: "Tengo un capataz loco que se pasa horas leyendo en voz alta entre los árboles. Cuando se le pregunta qué lee, dice que está estudiando para ser presidente de la Argentina".
Un homenaje al Gran Padre del aula, el dolor y la vergüenza de una terrible deuda con su legado.
viernes, 11 de septiembre de 2009
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